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Fuimos la escoria del sistema. Los más excluidos. Los más marginados. Los perseguidos por vender estampitas, limpiar vidrios, abrir puertas de taxis. Después perseguidos pordormir en las plazas, en cajas de cartón o sobre papeles de diarios. Nacimos "marcados para morir", en ranchos de chapas de cartón, mendigamos para nuestros hermanos. Vimos morir a nuestras madres deSida, no conocimos a nuestros padres. O alguna vez los vimos en prisión. Jugamos con la vida y la muerte sobre trenes de verdad. Hicimos lo mismo que la "ranchada", primero aspiramos pegamento,después pasamos a la cocaína, después robamos, mientras el mundo pasaba indiferente a nuestro lado. Todos apurados por comprar los nuevos electrodomésticos o celulares que el primer mundo nos ofrecía. Ahora,casi la mitad de la infancia argentina, adolescentes, jóvenes, somos responsables de la inseguridad. No aprendimos a leer ni a escribir. Vimos morir a nuestros amigos, hermanos, compañeros. Jamásvimos trabajar a nuestros padres ni sabíamos lo que significaba el trabajo. Lo aprendimos aquí, en Pantalón Cortito, como tantas otras cosas. Mientras nuestras familias y amigos se iban despidiendo delmundo sumergidos en la más atroz degradación humana. Hicimos aquí nuestra pequeña revolución, todos los días, peleando por levantarnos temprano, por alejarnos de la droga, extrañando nuestros afectos,construyendo todo lo que tenemos, cuidando a los más chiquitos, criando nuestros animales. Participando de la escuela y los talleres. Cada vez que aflojábamos, el rostro del Che nos sostenía desdetodas las paredes de nuestras casitas y las duras historias de la revolución y los pensamientos sobre el Hombre Nuevo nos ponían de nuevo en el camino. La Islita, esa mancha en el mapa de La PatriaGrande, que Susana nos mostró un día, es uno de nuestros grandes amores. No vamos a permitir que los amos del mundo nos roben la ilusión de que podemos ser libres como Cuba. Eso es lo que ellos quieren,...
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