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. six flags de terror

La cita fue a las 8 de la noche, Gilberto y yo teníamos toda la intención de llegar, lloviera, tronara o relampagueara. Hubiera sido más sensato quedarnos en casa aconstruir un arca, pero era demasiada nuestra emoción y decidimos navegar las calles del DF para llegar a lo que prometía ser un evento inolvidable.
El segundo en el que nos bajamos del autocomenzamos a dudar nuestra decisión. Nuestra única protección contra los ríos de agua que corrían por los caminos de Six Flags era un diminuto paraguas que sólo nos mantenía secas las orejas.
Entramos alparque y rápidamente notamos que no había muchas personas a nuestro alrededor. La mayoría de las luces estaban apagadas y los relámpagos eran la única iluminación. Con el agua arriba de los tobillosrecorrimos las silenciosas y oscuras calles del parque, definitivamente una experiencia tétrica.
Pasamos junto a una cascada de sangre y un sarcófago vacío. De vez en cuando alguna persona perdidacubierta con un impermeable azul nos pasaba por un lado en su camino a la salida. Es una extraña sensación el estar racionalmente convencida de tu seguridad, pero en alerta absoluta porque sabes que encualquier momento te puedes encontrar con lo inesperado.
Mientras más nos adentramos en el parque fuimos encontrando a otras personas haciendo fila para las diferentes atracciones. Nos resguardamos enun pequeño techo donde pronto llegó nuestra salvación, un joven con muchos impermeables a darnos protección contra la incesante lluvia.
Entre calabazas y telarañas nos paseamos hasta que fuimos a darcon La Carnicería. Una casa donde todo lo que se escuchaban eran gritos y sonidos de una sierra eléctrica. Tomados de la mano, Gilberto y yo decidimos arriesgarnos y entrar.
No es necesariomencionar que salí de ahí con la mano morada. Lo que da verdadero pánico en este lugar es el sonido. Es como entrar al set de Texas Chain Saw Massacre pero con un poco más de ropa. Se siente como un...