Noé Jitrik: Conferencia La Universidad Como Objeto De Investigación.
Uno de los más reconocidos críticos literarios argentinos y prestigioso profesor de universidades en México y Europa, dió comienzo al V Encuentro Nacional sobre la Universidad como objeto de estudio con un conferencia que, como un texto, nos transportará al espacio de la reflexión. La comisión Organizadora del evento nos haenviado la desgrabación de la conferencia dictada por este gran intelectual. En este duro momento para la Universidad pública tenemos el agrado de compartir con todos Ustedes un reflexión profunda y bella sobre un problema apremiante.
V Encuentro Nacional y II Latinoamericano: "La universidad como objeto de investigación"
30, 31 de agosto y 1 de septiembre de 2007
Facultad de CienciasHumanas Universidad Nacional del Centro De la Provincia de Buenos Aires
Capítulo I: DESPLAZAMIENTOS
En la Antigüedad, el saber –había sabios en la Antigüedad, antiguos tal vez pero buenos- antes de ser escrito era oral: Sócrates, sin ir más lejos, hablaba y sus discípulos escuchaban, salvo Platón, que escribía lo que Sócrates –es una suposición- decía. Al viejo filósofo esa práctica de lo queahora llamaríamos “extensión” le costó la vida y a los que lo precedieron la humillante designación de presocráticos. Un poco después, siempre dentro de lo que se llama muy en general la Antigüedad, el saber estaba recluido en los penosos libros escritos a mano en hojas de protopapel; los libros, a su vez, estaban recluidos en bibliotecas en parte porque valían y eran útiles, en parte tambiénporque, prematuramente, eran corrosivos; tal vez por eso, en tristes jornadas, de cuando en cuando eran incendiadas, tal como ocurrió con la inolvidable de Alejandría. Se dice, y es probable que sea cierto, que eso demoró el desarrollo científico de la humanidad por varios siglos, pero qué importancia puede tener el tiempo para un pirómano.
Poco a poco, y acaso en virtud de esos cálidosantecedentes, el saber, entendido como producción de saber, se fue refugiando, en forma de libros, en lugares más secretos, aptos para preservarlo; me refiero a los monasterios aunque no es muy seguro que los monjes leyeran o, si no es de mi parte falta de información, los escribieran. Algunos lo hicieron, sin duda, como San Agustín y los llamados “padres de la iglesia” pero seguramente su irradiación notraspasaba los muros de los lugares santos. Umberto Eco, como seguramente todos lo recuerdan, describió esa situación libresca en El nombre de la rosa, mediante una ardua metáfora acerca del carácter mortífero de la palabra escrita, por más guardada que esté.
Como presintiendo que la Edad Media estaba a punto de acabarse, muchos –algunos religiosos, otros mundanos- concibieron estructuras,llamadas “Universidades”, destinadas no sólo a preservar el saber sino a producirlo y, además, a difundirlo, con una convicción: ese sistema podía ser muy útil para ayudar a la turbulenta y poco formada sociedad a entenderse, organizarse, salirse de las oscuridades que las entorpecían; filosofía, medicina, teología, gramática, podían salvar al género humano de los riesgos evidentes que corría,tropelías imperiales, pestes, utopías jerosolimitanas, misticismos suicidas, ignorancias absolutas, iniquidades sociales y muchas otras calamidades; de alguna manera, poco clara, esas instituciones democratizaban el saber pero eso, justamente, el hecho de que intentaran crear una red en la que la vida social se apoyara, les concedía un poder que en los primeros momentos no podía abrirse paso porque nopodía competir con el poder de los imperios o monarquías y de la Iglesia, cada uno por separado o los dos juntos. Unos y otra habían entendido el potencial de las universidades y, por lo tanto, suponían que debían ponerse a su servicio.
En esa situación, al poder que otorgaba la producción, la reproducción y la difusión del saber, no le quedaba otra salida que volverse sobre sí mismo,...
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