No creo

No, no creo, que la acción mecánica determine la dirección de dos vidas, vidas unidas por una simple pero profunda decisión, forjada como acero templado y duradero capa sobre capa, dobles tras dobleshecho para resistir al aplastante tiempo. Sí miles de años es lo que dura esa profunda aceptación. No creo que la vida se resuma a una simple temperatura, a una simple y ligera fricción de pieles, nocreo que las palabras tengan otro fin que excitación llevada en última instancia a la intempestiva lucha de los placeres carnales en los tálamos de la humanidad.
No se toma lógica la situación deuna evolución en los roles de macho y hembra de hombre o mujer o dama y caballero para terminar como en los inicios de los humanos, donde los castillos no imponían, donde la madera el concreto y elmetal no resguardaban una simple muestra de aquiescencia por parte del ser deseado y donde mis palabras no penetraban en ti como falanges en tu codiciado castillo. Porque lo obtenido en minutos ¿a casosería el equivalente a sueños pesados descansando sobre las colinas de Creta, Atenas, Roma en su máximo esplendor, son causas más simples a caso que tamaños y minutos?
Si hubiera sido tan fácilconquistar a Troya sin el hecho de la necesidad de ir en pos de una mujer, si hubieran invadido con golpes de lanzas y espadas conquistado sin el talante más que de poseer, no tendría marca en laconstrucción del devenir las muestras de triunfo para imponerse a un mundo más allá de la lujuria, pues a partir de esas victorias se asieron nuevos seres en la historia de esa simple aceptación de dos seresenamorados. Aunque y a pesar de todo ahínco, siempre queda la intención de uno solo sin hacer menor el hecho de las empresas realizadas.
Para dejar en la razón y memoria del futuro los restos de loque fue la necesidad se construyó con sangre, piedra, pedazos de ingenio vivo el porvenir de infinidad de constelaciones en una habitación. No fue el hecho de ser quemado por lenguas húmedas o bañado...