no lo leas es para tener la cuenta
El vampiro de Sussex
El vampiro de Sussex
Enero de 1924
Sir Arthur Conan Doyle
Sherlock-Holmes.es
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El vampiro de Sussex
Holmes acabó de leer cuidadosamente una nota que le había llegado en el último reparto de
correo. Luego, con una risita contenida, que era en él lo más cercano a la risa, me la tendió.
-Como ejemplo de mezcla de lo moderno y lomedieval, de lo práctico y lo demencialmente
fantástico, creo que éste debe ser indudablemente el límite -dijo-. ¿Qué le parece, Watson?
Leí lo que sigue:
»46 OLD JEWRY
»19 de noviembre.
»Asunto: Vampiros.
»Señor,
»Nuestro cliente, el señor Robert Ferguson, de Ferguson & Muirhead, mayorista de té, de
Mincing Lane, nos ha dirigido una consulta con fecha de la presente en relación a losvampiros. Dado
que nuestra firma está enteramente especializada en impuestos de maquinaria, el asunto difícilmente
queda dentro de nuestra esfera de actividades, y, en consecuencia, hemos recomendado al señor
Ferguson que le visite a usted y le exponga el caso. No hemos olvidado el éxito de su actuación en el
caso Matilda Briggs.
»Quedamos, querido señor, sinceramente suyos.
»MORRISON, MORRISON YDODD.
»per E.J.C.»
-Matilda Briggs no era el nombre de ninguna joven, Watson -dijo Holmes, en tono reminiscente-.
Era un buque relacionado con la rata gigante de Sumatra. Es una historia que el mundo no está
todavía preparado para oír. Pero, ¿qué sabemos de vampiros? ¿Entra eso en nuestra esfera de
actividades? Cualquier cosa es mejor que la inactividad, pero lo cierto es que parece como sinos
hubieran trasladado a un cuento fantástico de los hermanos Grimm. Extienda el brazo, Watson, y
veamos qué nos cuenta la V.
Me eché hacia atrás y tomé el enorme fichero al que
Holmes había aludido. Lo sostuvo sobre las rodillas, y su
mirada fue pasando, lenta y amorosamente, por el registro
donde los viejos casos se mezclaban con la información
acumulada a lo largo de su vida.
-Viajedel Gloria Scott -leyó-. Fue un feo asunto. Me
parece recordar que usted lo puso por escrito, Watson,
aunque no puedo felicitarle por el resultado. Victor Lynch, el
falsificador. Veneno... lagarto venenoso, o gila. Un caso
notable, ése. Vittoria, la bella del circo. Vanderbilt y el ladrón
ambulante. Víboras. Victor, el asombro de Hammersmith.
¡Vaya, vaya! ¡Querido viejo índice! Nada se leescapa.
Escuche esto, Watson: Vampirismo en Hungría. Y también:
Vampiros en Transilvania.
Recorrió impacientemente las páginas con la mirada,
pero al cabo de una breve lectura ensimismada dejó a un lado
el enorme registro con un gruñido de decepción.
-¡Basura, Watson! ¡Basura! ¿Qué tenemos nosotros que ver con cadáveres andarines que sólo
se quedan en sus tumbas si se les clava una estaca en elcorazón? Es pura chifladura.
-Pero, indudablemente -dije yo-, el vampiro no es necesariamente un muerto. Una persona viva
podría tener la costumbre. He leído algo, por ejemplo, de viejos que chupaban la sangre de jóvenes
para apoderarse de su juventud.
-Tiene usted razón, Watson. En una de esas referencias se menciona esta leyenda. Pero,
¿vamos a prestar seriamente atención a esta clase decosas? Esta agencia pisa fuertemente el suelo,
y así debe seguir. El mundo es suficientemente ancho para nosotros. No necesitamos fantasmas. Me
temo que no podemos tomarnos al señor Robert Ferguson demasiado en serio. Quizá esta nota sea
suya, y pueda arrojar alguna luz sobre lo que le preocupa.
Tomó una segunda carta que había permanecido olvidada sobre la mesa mientras había estado
absortoen la primera. Empezó a leerla con una sonrisa divertida en el rostro, pero esa expresión se
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El vampiro de Sussex
fue mutando en otra de intenso interés y concentración. Cuando terminó, permaneció algún rato
perdido en meditaciones, jugueteando con la carta entre los dedos. Finalmente, se despertó
sobresaltado de su ensueño.
-Mansión Cheeseman, Lamberley. ¿Dónde está Lamberley?...
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