no mire
Es curioso cómo cambian los tiempos.Cuando yo tenía tu edad, lo obvio era interesarse por la política, emocionarse con las grandes luchas revolucionarias y sentir como propios problemas que pasaban a miles de kilómetros de distancia: laética, en cambio, la teníamos por cosa medio de curas, poco más que un conjunto hipócrita de melindres pequeñoburgueses... No se admitía otra moral que la de actuar políticamente como es debido; másde uno pensaba —aunque quizá sin reconocerlo a las claras— que el buen fin político justifica los medios, por «inmorales» que pudieran parecer a los aprensivos. Pocos aceptábamos la advertencia delgran escritor francés Albert Camus, sobre la cual tendremos ocasión de volver más adelante: «en política, son los medios los que deben justificar el fin». Ahora, en cambio, es mucho más fácil interesara los jóvenes en la reflexión moral (aunque tampoco la cosa esté tirada, no te vayas a creer...) que despertarles la curiosidad política. Cada cual tiene más o menos claro que debe preocuparse por símismo y, en el mejor de los casos, que es importante procurar ser lo más decente que se pueda; pero de las cosas comunes, de lo que nos afecta a todos, de leyes, derechos y deberes generales... ¡bah,ganas de complicarse la vida! En mi época, se daba por supuesto que ser «bueno» políticamente le daba a uno licencia para desentenderse de la moral de cada día; ahora parece aceptado que con intentarportarse éticamente en lo privado ya se hace bastante y no hay por qué preocuparse de los líos públicos, es decir: políticos.
Me temo que ninguna de las dos actitudes es realmente sensata, sensatadel todo. Ya en Ética para Amador procuré convencerte de que la vida humana no admite simplificaciones abusivas y que es importante una visión de conjunto: la perspectiva más adecuada es la que más...
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