No se duerma en el metro
"¿Tú has sabido qué le ocurre a las personas que se quedan dormidas en los vagones que siguen avanzandodespués de la última estación?".
"La verdad, no"- repuso el compañero.
"Yo sí lo sé", continuó Arturo. "esto que te voy a
contar no es un cuento, te pido que me lo creas, por tu bien.
Nunca lo repetiré ante ustedes".
"Fue hace justo un año. Serían cerca de las once de la noche y salía yo del trabajo después de un día durísimo. Tomé el Metro en la estación Hidalgo, y me dirigí haciaTacuba.
Ahí transbordé hacia Barranca del Muerto. Ya a esa hora, el Metro va casi vacío. Cerca de Tacubaya me quedé dormido.
El tren llegó sin duda a la terminal, sin que yo despertara.
No oi la distorsionada voz de advertencia que sale del sistema del sonido, ni el insistente pitido del silbato electrónico que anuncia las paradas.
Después unos segundos después, cuando ya el vagón se dirigíahacia el inquietante tunel que con- tinúa el trayecto, alcancé a ver el letrero y la insignia de mi estación de destino la cual quedaba atrás. Con preocupación y fastidio, pude ver que no iba solo. Unos asientos más
adelante iba un tipo viejo y desastrado, en evidente estado de ebriedad que seguía dormido, y cabeceaba con cierto ritmo. Pensé que quizá este tren cambiarla de vía y regresaría por elmismo trayecto en unos momentos más. Pero no fue asi. "El vagón siguió adelante, se desvió hacia la derecha y después de avanzar varias decenas de metros, hizo alto en un
lugar totalmente oscuro.
El motor se detuvo y lo mismo la ventilación. El silencio más absoluto cayó sobre nosotros. Fue entonces cuando las luces se apagaron. Ahí, empecé a sentir algo de miedo.
Habla un poco de claridad,proveniente de la parte posterior del túnel. Por fortuna, traía mi ¡interna de bolsillo y además ésta tenía pilas. Me paré y me dirigí a mi aún dormido compañero de tribulación. Me acerqué a él y lo sacudí por el hombro. Me preguntó qué pasaba y rápidamente le expliqué nuestra situación. Respondió con una
imprecaución y puso su rostro contra la ventana a tratar de ver dónde nos hallábamos.
Me dicuenta que este vagón se quedaría ahí toda la noche, por lo que me dispuse a tratar de forzar una de las puertas.
Era inútil, me convencí que sólo saltando a través de una de las ventanas podría salir del carro. Fue entonces cuando oí un ruido en el techo. Algo cayó encima del vagón y recorría el techo. De pronto, se escuchó un ruido en el otro extremo del carro. Di- rigí el haz de mi linternita ypude ver una sombra que caía al suelo después de haber entrado por la ventana. "¡Vaya, al fin!.. ¡oiga,
necesitamos que nos ayude a salir! ". No hubo respuesta. El borracho fue más directo avanzó hacia el intruso y lo tornó de la ropa. " ¡Sáquenos de aquí!.. ¡Esto es un atropello, malditos burócratas!"...
El extraño no respondió, sólo levantó una mano. "A la luz de mi linterna pude ver que erablanca corno la harina, delgada y fibrosa, y con unas larguísimas uñas que semejaban garras. Como un
rayo esa mano rasgó la garganta del pobre vagabundo. Fue entonces cuando vi el rostro del ser que tenía enfrente. Pálido, calvo, con enormes ojos amarillos, orejas largas, una nariz grotescamente respingada con dos protuberancias camosas en la punta. Vi cómo abrió la boca llena de dispares y...
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