No se terminan bodas reales
Los detalles yafacilitados y compartidos con sus admiradores apuntan que tampoco defraudará. El príncipe Alberto y Charlene Wittstock desean un enlace muy a su medida, a costa de algunas tradiciones reales, pero sobre todouno más democrático que suponga una ocasión de verdadero júbilo popular. La pareja real quiere que una de las celebraciones más importantes de su vida sea para ellos y para Mónaco: se casarán por locivil en la más estricta intimidad del palacio Grimaldi ante sus 50 íntimos y por lo religioso al aire libre ante mil invitados en una ceremonia, que no tendrá como decorado por tanto la catedral, sinoel patio de honor del italiano palacio principesco, y que permitirá a un gran número de ciudadanos que puedan ser testigos del feliz acontecimiento entre el centenar de testas coronadas, jefes deEstado y otras personalidades ilustres invitadas a las nupcias.
Con tal fin tirarán palacio por la ventana. Celebrarán su matrimonio primero en el Principado de Mónaco con sendas ceremonias civil yreligiosa (1 y 2 de julio) y con el posterior banquete de bodas en el museo oceanográfico y después, la semana siguiente al enlace, en Sudáfrica, país de la novia, con una superfiesta para 200...
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