noid El_color_de_la_cárcel_en_América_Latina

Páginas: 35 (8744 palabras) Publicado: 16 de noviembre de 2015
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista NUEVA SOCIEDAD No 208,
marzo-abril de 2007, ISSN: 0251-3552, .

El color
de la cárcel
en América
Latina
Apuntes sobre
la colonialidad de la justicia
en un continente en
desconstrucción

Rita Laura Segato

Las pocas informaciones disponibles
confirman la selectividad de los
sistemas penales y penitenciarios
latinoamericanos, quecastigan y
discriminan a la población no
blanca. El «color» de las cárceles
es el de la raza, no en el sentido
de la pertenencia a un grupo
étnico en particular, sino como
marca de una historia de
dominación colonial que continúa
hasta nuestros días. El artículo
sostiene que, si las naciones
latinoamericanas mantienen en
su interior la estructura colonial
–y su correlato, el orden racial–,
nopodrán construir un Estado
plenamente democrático ni
un discurso jurídico-penal que
no sea utópico e irrealizable.

E

s de las palabras de un médico que retiro la viñeta de este texto. James
Gilligan abre las páginas del libro en que reunió 25 años de reflexión como psiquiatra forense de una cárcel estadounidense con la imagen de tres
personajes que forman parte de la galería ancestral del autor: unhombre, una
mujer y una niña, abriéndose camino lentamente por una inmensa y continua

Rita Laura Segato: profesora de Antropología de la Universidad de Brasilia e investigadora del
Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico. Autora, entre otros, de los libros Las estructuras elementales de la violencia (Prometeo, Buenos Aires, 2003) y La Nación y sus Otros (Prometeo, Buenos Aires,2007).
Palabras clave: cárceles, sistema penal, colonialidad, raza, América Latina.
Nota de la autora: Laura Jimena Ordóñez Vargas y Mario Rufer me acompañaron a lo largo de toda la reflexión y consulta de datos y fuentes para la elaboración de este trabajo. Agradezco también a Rodolfo Brardinelli, de la Universidad Nacional de Quilmes; a Natalia Belmont y Silvina Ramírez, del Instituto de EstudiosComparados en Ciencias Penales y Sociales de Mar del Plata; a Julita
Lemgruber, del Centro de Estudos de Segurança e Cidadania de Río de Janeiro; a Claudia Cesaroni,
de la Secretaría Nacional de Derechos Humanos de Argentina; a Ana Calafat, del Observatorio Temático de Condiciones de Detención en Instituciones de Encierro de General Roca; a Raquel Yrigoyen
Fajardo, de la Red Latinoamericana deAntropología Jurídica de Lima; y a Morita Carrasco, del Centro de Estudios Legales y Sociales, por la pronta respuesta a todas las preguntas que les hice.

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NUEVA SOCIEDAD 208
El color de la cárcel en América Latina

llanura entre Nebraska y Dakota, conocida, «por alguna buena razón», como
Badlands (Tierramala). El hombre es un cazador de pieles del Canadá francés;
la mujer, una india de una delas tribus con las que comerciaba; y la niña, la
hija de catorce años que tenían y que desde entonces sería llamada no por su
nombre sino simplemente Halfbreed (La Mestiza). Es la escena inaugural de
una historia trágica y violenta, tal como el autor «la vio con los ojos de su imaginación, cuando de chico oyó sin querer a los adultos conversando después
de la cena, frente al hogar, sobre eventosque consideraban inadecuados para
que los niños escuchen», aunque pertenecieran a un pasado ya remoto. Hijo
de varias generaciones en ese lugar y dedicado a intentar comprender una
violencia que considera una «epidemia nacional», Gilligan comienza por reconocerse parte de esa historia:
Mi padre estaba atrapado en un ciclo de generaciones de violencia que afloraba en nuestra familia de la mismaforma en que, de hecho, se había manifestado en la propia tierra
en la cual habitábamos, una tierra comprada con la sangre de los nativos que habíamos
desplazado. La violencia en mi familia era solo una versión reducida de la violencia que
había sido inscripta a lo largo y a lo ancho en el paisaje de la historia americana. Es por
eso que pienso que el microcosmos de cualquier violencia familiar...
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