Normas de ética profesional
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Proyectadas por el Dr. J.M. González Sabathié y sancionadas por la Federación
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PREAMBULO
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I - Las normas de ética que se establecen más abajo no importan la negación de otras no
expresadas y que puedan resultar del ejercicio profesional consciente y digno. No debe
entenderse quepermitan todo cuanto no prohíban expresamente, porque son tan sólo
directivas generales, impartidas para los abogados que deseen sinceramente evitar errores de
conducta o faltas contra la moral profesional. Parten de la base de que exista en el abogado
una firme conciencia moral, sin la cual ellas carecerían de sentido y de eficacia. “El sentimiento
de la responsabilidad profesional es un elementointerno que anima el conjunto de reglas de
una profesión más bien que constituir una regla legal de esa profesión”.- (Julien Bonnecase.
“Precis de pratique judiciaire et extrajudiciaire”, Paris 1907, pár.188) Así concebidas, es claro
que sólo aspiran a traducir los principios que todo abogado honorable se habría trazado a sí
mismo, una vez ganada suficiente experiencia en la profesión. Pues, enverdad, “la disciplina
profesional es leve para los cuidadosos de su dignidad y apenas añade nada a los deberes que
una conciencia un poco delicada se traza a sí misma.” (Raymond Poincaré, citado por Angel
Ossorio en “El alma de la toga”, Madrid 1920, página 81.). Tienden a fijar conceptos, a disipar
algunas dudas y a sistematizar por primera vez entre nosotros el cuerpo de reglas morales quedebe gobernar la profesión.
2 - Tienen también un segundo objetivo, de más aliento y trascendencia: llamar la atención de
propios y extraños sobre la importancia del factor moral y tratar de mejorarlo en la abogacía.
Entre los diversos motivos que se señalan a la decadencia innegable de la noble profesión falta de seriedad y de profundidad de los estudios universitarios, excesivo número deprofesionales y crisis de los valores morales - este último es sin duda el más grave y
pernicioso. No ha de ser excusa la crisis general que parecen sufrir tales valores en la sociedad
contemporánea, porque la abogacía, para tener razón de ser, debe constituir una minoría
selecta, cimentada antes en la rectitud de la conciencia que en la lucidez del ingenio (Ossorio,
op.cit. página 46). Sinconciencia profesional clara y digna, el abogado es simplemente
cómplice del fraude, instigador del dolo, encubridor del delito. Sin respeto por las normas
morales la versación jurídica es inútil y aún nociva. Y si bien la vigencia efectiva de las reglas
éticas exige una organización que tarda en sancionarse en nuestro país, las asociaciones
privadas de abogados deben adelantarse a crear orobustecer entre sus miembros el
sentimiento de la responsabilidad profesional y la convicción de que una minoría digna podrá
en poco tiempo imponer sus normas de conducta por simple gravitación de su propia
excelencia.
3 – “Esta es la hora en que toda clase que no quiera ser barrida del porvenir inminente, debe
realizar sin hipocresías su examen de conciencia y preguntarse sobre qué títulos deutilidad
común podrá fundar su derecho a existir mañana en una sociedad mejor que ésta” (Pedro
Calamandrei, “Demasiados abogados”, trad. Xirau, Madrid, 1926, pág.46). Realizado el examen
que aconseja el profesor italiano, parece indudable que esos títulos deben ser el cumplimiento
celoso de las funciones públicas y de utilidad general ajenas a la profesión y la colaboración
eficiente al progresodel derecho hacia una más justa organización social. El abogado no debe
olvidar nunca que su ministerio importa una operación de servicio público, como lo señala Jean
Appleton (“Traité de la professión d’avccat”, París, 1923, pár. 223), la cual ante todo comporta
deberes que es necesario cumplir celosamente. Debe, además, compenetrarse de la realidad
económica circundante, para servir en la...
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