Nose

Páginas: 227 (56590 palabras) Publicado: 25 de abril de 2012
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Cuando Hitler robó el conejo rosa


Judith Kerr



A mis padres, Julia y Alfred Kerr




































Capítulo 1




Anna volvía del colegio con Elsbeth, una niña de su clase. Aquel invierno había nevado mucho en Berlín. La nieve no se había derretido; los barrenderos la habían apiladoen el borde de las aceras, y allí había permanecido semanas y semanas, en tristes montones que se iban poniendo grises. Ahora, en febrero, empezaba a deshacerse, y había charcos por todas partes. Anna y Elsbeth, calzadas con botas de cordones, se los iban saltando.
Las dos niñas llevaban abrigos gruesos y gorros de lana para tener abrigadas las orejas, y Anna llevaba además una bufanda. Annatenía nueve años, pero era bajita para su edad, y los extremos de la bufanda le colgaban casi hasta las rodillas. También le tapaba la boca y la nariz, de modo que lo único que se le veía eran sus ojos verdes y un mechón de pelo oscuro. Se había apresurado porque quería comprar unos lápices de colores en la papelería y ya era casi la hora de comer; pero iba tan sin aliento que se alegró de que Elsbethse detuviera a mirar un gran cartel rojo.
— Es otro retrato de ese señor — dijo Elsbeth — . Mí hermana la pequeña vio uno ayer y se creyó que era Charlie Chaplin.
Anna contempló la mirada fija y la expresión severa. Luego dijo:
— No se parece en nada a Charlie Chaplin, como no sea en el bigote.
Leyeron el nombre que había debajo de la fotografía.
Adolf Hitler.
—Quiere que todo el mundo levote en las elecciones, y entonces les parará los pies a los judíos —dijo Elsbeth—. ¿Tú crees que le parará los pies a Rachel Lowenstein?
—A Rachel Lowenstein no la puede parar nadie —respondió Anna—. Es capitana de su clase. A lo mejor me para los pies a mí. Yo también soy judía.
—¡Tú no!
—¡Claro que sí! Mi padre nos estuvo hablando de eso la semana pasada. Dijo que éramos judíos, y que, pasaralo que pasara, mi hermano y yo no debíamos olvidarlo nunca.
—Pero vosotros no vais a una iglesia especial los sábados, como Rachel Lowenstein.
—Eso es porque no somos religiosos. No vamos a ninguna iglesia.
—Pues a mí me gustaría que mi padre no fuera religioso —dijo Elsbeth—. Nosotros tenemos que ir todos los domingos, y a mí me dan calambres de estar sentada.
Elsbeth miró a Anna concuriosidad.
—Yo creí que los judíos tenían que tener la nariz ganchuda, pero tú la tienes normal. ¿Tu hermano tiene la nariz ganchuda?
—No —dijo Anna—. La única persona que hay en casa con la nariz ganchuda es Bertha, la criada, y se le quedó así porque se la rompió al caerse del tranvía.
Elsbeth empezaba a impacientarse.
—Pues entonces —dijo—, si por fuera sois como todo el mundo y no vais a unaiglesia especial, ¿cómo sabéis que sois judíos? ¿Cómo podéis estar seguros?
Hubo una pausa.
—Supongo... —empezó Anna—, supongo que será porque mi padre y mi madre lo son, y supongo que sus padres y sus madres también lo serían. A mí nunca se me había ocurrido pensarlo, hasta que papá empezó a hablar de eso la semana pasada.
— ¡Pues es una tontería! —dijo Elsbeth—. ¡Todo son tonterías, lo de AdolfHitler, lo de que la gente sea judía y todo lo demás! —echó a correr, y Anna la siguió.
No se pararon hasta llegar a la papelería. Allí había alguien hablando con el hombre del mostrador, y a Anna se le cayó el alma a los pies cuando vio que era Fraulein Lambeck, que vivía cerca de su casa. Fraulein Lambeck estaba poniendo cara de oveja y diciendo: «¡Tiempos terribles, tiempos terribles!» Cadavez que decía «tiempos terribles» meneaba la cabeza, y le bailoteaban los pendientes.
El hombre de la papelería dijo: «1931 ya fue malo, 1932 fue peor, pero, fíjese en lo que le digo, 1933 será peor que ninguno». Luego vio a Anna y Elsbeth y preguntó: «¿En qué puedo servirles, pequeñas?»
Anna estaba a punto de decirle que quería comprar unos lápices de colores cuando Fraulein Lambeck la...
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