Nose

Páginas: 5 (1114 palabras) Publicado: 17 de diciembre de 2012
Me contó mi abuelita que hace muchos, muchos años, llegó a estas tierras un señor con una cara que daba pena y un cuerpecito tembloroso, pequeño y encorvado. Era como si al pobre hombre lo hubieran apaleado toda la vida o hubiera pasado hambres de meses, de años enteros. A mi abuelita -que en ese entonces era niña- no le daba sino lástima el solo ver el rostro del recién llegado, pero a otraspersonas les daba asco, e incluso rabia de que aquel tipo caminara por las calles de la ciudad. “Miren”, decían, “ahí viene el desgraciado ese, dizque Sarabia se llama”; otros agregaban, con algo de miedo: “basta verle la cara para saber que el tipejo aquel esparce la mala suerte por todos lados”; “ojalá se muriera de una vez”, pedían en voz alta los más crueles. El hombre solo observaba y callaba.Nadie sabía lo que pensaba o sentía el misterioso personaje. Un día, para alivio de muchos, el hombre desapareció. Se fue al campo, lejos, muy lejos, para que nadie lo viera, o quizá para no ver a nadie. Tal vez, decían otros, para morir. Y por esos caminos solitarios andaba cuando, de pronto, una pepita de oro cayó rodando a sus pies. El hombre levantó la vista y vio una pared entera brillandosobre su cabeza, resplandeciendo con la luz del amanecer. Era oro, el oro más puro jamás visto, saliéndole al paso a aquel hombre que, ante aquel súbito milagro, sólo atinó a esbozar una sonrisa maligna. Decía mi abuelita que ese mismo día cambió su suerte de perro apaleado y, de la noche a la mañana, se transformó en el hombre más poderoso y temido de la región. Poderoso porque su riqueza erainmensa y casi todo lo que quería lo lograba con sólo mover un dedo. Temido porque cuando se vio rico decidió vengarse de todo el mundo. “Ahora van a ver, dijo, ahora van a saber quién es el señor de Sarabia”. Convirtió a sus empleados en poco menos que esclavos a los que azotaba noche y día. Contrató guardaespaldas con los que mandaba a matar a sus enemigos y, a veces, incluso a los que le servían,sólo “para que estos muérganos aprendan quién soy yo”, decía a todos. Compró los servicios de los jefes de policía, de los jueces, de los alcaldes y de los políticos más influyentes. Nadie podía negarse a un pedido suyo. Nadie podía escapar a su poder ni detenerlo. Todos le temían como al mismísimo demonio. Con solo escuchar “El señor de Sarabia”, temblaban y obedecían. Una noche, luego de tomarse unpar de botellas de un vino francés muy especial que guardaba en sus ricas bodegas, se sintió tan poderoso, tan invencible, tan por encima de todo y de todos, que salió al portal de su enorme casa tambaleándose y gritó: “¿Quién como el señor de Sarabia? ¡Nadie! ¡Nadie, carajo! ¡Ni Dios mismo!” En ese preciso instante, se escuchó un rugido bajo la tierra y un trueno espantoso en medio de las nubes.El viento empezó a soplar con una fuerza nunca antes vista y la tierra a temblar. Las gentes escapaban de las minas y las haciendas, los animales enloquecidos atropellaban lo que encontraban a su paso, las acequias se salían de su cauce, los arrayanes caían como si hubieran sido heridos por un hachazo gigantesco. Sólo el señor de Sarabia permanecía ahí, paralizado, boquiabierto, viendo cómo todolo que había construido se venía abajo, se incendiaba, se derrumbaba, se enlodaba, desaparecía en apenas unos cuantos minutos aterradores. Nadie volvió a saber del señor de Sarabia, pero mi abuelita me contó que una noche, al pasar cerca de las minas derrumbadas y de las casas quemadas, vio una mancha blanca cruzando los escombros. Ella asegura que era un fantasma, un fantasma que no asustaba anadie, pues era un alma triste y solitaria. Y bien, exclamó mi abuelita antes de enviarme a dormir, al parecer eso fue todo lo que quedó del orgulloso y malvado señor de Sarabia. Y ahora, buenas noches y a la cama.

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