Novela

Crónicas Reales 1
Príncipe del Deseo por Donna Grant

Capitulo 1
Verano de 1268
En alguna parte de las montañas de Escocia.
Después de años de búsqueda, finalmente la había encontrado.
Después de semanas de vigilia, ahora la tendría.
Lucian Sinclair inhaló el aire fresco, encrespado de las Montañas. Había esperado por ese día tanto tiempo como él fuera capaz de recordar. Desde que su padre,el Rey Urises, le había dicho a sus hijos que debían encontrar a sus consortes antes de la quinta luna del año de la cosecha, Lucian se había preparado para este día.
Drahcir, su patria, estaba en el profundo corazón de las montañas de Ben Nevis. Una tierra tan secreta que nadie sabia de su existencia, y era esencial para su supervivencia que continúa de esa manera.
Hace siglos, unaprincesa despreciada de Fae maldijo el pequeño reino. Desde ese negro día, los príncipes y las princesas de la casa real se habían vistos forzados a buscar a sus consortes eternos y a convencerlos para que vuelvan al reino, ó la ciudad y sus ocupantes dejarían de existir.
Lucian había ya agotado casi dos año de búsqueda de su consorte, pero ahora que la había encontrado, quiso asegurarse de quepisaba lentamente para acercarse a ella. Agradeciendo, de que el tiempo se movía más lento en la ciudad escondida, permitiéndole el tiempo que necesitaba para cumplir con su misión.
Él observó como ella acababa de limpiar las mesas en la pequeña taberna, su glorioso pelo marrón colgaba detrás de ella en una gruesa trenza. Su risa vago hacia él a través de la ventana abierta mientras ella y laesposa del dueño hablaban y posaban la silla encima de la mesa.
Su aureola, la que lo había conducido hasta ella, resplandecía con destello brillante y sólido desafió a pesar de su pobre vida y de su delgado y cansado cuerpo. Pronto él la apartaría lejos de todo esto. Muy pronto.
Su mano se flexiono en la empuñadura de su espada así ella hizo el gesto de “adiós” a los dueños y salio de lataberna. Ella pasó con largas zancadas cerca de donde él se escondía en las sombras. Lucian esperó hasta que ella se aventuro calle abajo que conducía hacia su pequeña casa de campo antes de que él silbara a su garañón. Su caballo vino inmediatamente, y él rápidamente se montó.
Era todo lo que Lucian podía hacer para no agarrarla rápidamente y llevarla lejos con él a Drahcir, pero con todoella debía entrar por las puertas del reino dispuesta o todo ser perdería. Muchas veces él había maldecido esa regla que el Fae había puesto en lugar, pero estaban amarrados a él tal como estaban amarrados a la ciudad escondida.
Él mantuvo una mano firme en las riendas cuando Aled se encabrito debajo de él, impaciente por una carrera. Lucian contó hasta diez luego aflojó las rienda para dar alsemental el control. Él amó la noche y todo acerca ella, la oscuridad aterciopelada y el brillo de la luna, los sonidos y la paz.
Habían viajado casi a medio camino de la casa de campo de su consorte cuando él oyó la risa masculina... y luego el grito le perforo el oído.
Él sabia en su alma que el grito pertenecía a su consorte. Con un gruñido, él desenfundó su espada y espoleo al garañón en unacarrera.
El viento azotaba al pelo y a la capa así como el terreno se movía a gran velocidad debajo de él. Su sangre se congeló en sus venas al percatarse de que debido a que había sido tan cuidadoso en darle tiempo a su consorte, él pudo haber sellado su muerte.
Lo que Lucian vio cuando él choco contra el grupo lo hizo romper en un sudor frió. Cuatro hombres corpulentos, asquerososrodeaban a su consorte. Tres la sostenían mientras que el otro desenlazó sus pantalones.
Una ardiente furia blanca consumió a Lucian. Él se inclinó bajo sobre su cabalgadura y cargó contra ellos. Era justo la sorpresa que él necesitaba para dispersar a los hombres a los cuatros vientos. Él rodó alrededor con Aled y esperó.
Uno de los bandoleros se recuperó y atacó. Lucian golpeó con el pie...