novela
Reinar en tu corazón
Nieves Hidalgo
Los Gresham 02
Sinopsis
Tras el asesinato de su padre, Tatiana Elisabeta Sminova se convierte en la heredera al trono de Orlovenia. Perseguida por los enemigos de su dinastía, huye hasta el puerto de Londres donde se verá obligada a robar para sobrevivir. Darel Gresham, barón de Winter, es víctima de un asalto. Jura queencontrará al ladrón, pero lo que no imagina es que la mujer a la que trata como a una ladrona es en realidad la heredera de un trono.
A quienes me han pedido la historia de Darel.
Fiel a vuestros deseos, os la entrego con toda ilusión.
Si consigo que disfrutéis, lo sumaré al regalo
que me hacéis a diario con vuestro cariño
A mis Hadas Protectoras. Os quiero
1Palacio de Vernon, Orlovenia, 1819
Acarició los cabellos de la muchacha, ensimismado en la contemplación del jardín vestido de nieve a través de las amplias cristaleras. Hacía más de una semana que nevaba sin cesar y él sentía cómo el frío traspasaba sus cansados huesos. Dejó que un prolongado suspiro escapase de sus labios y ella volvió la cabeza para mirarlo.
—¿En qué piensa, padre?
Su fatigadavista se deleitó en los aristocráticos rasgos de la joven: ojos grandes del color del ámbar, cabello sedoso y rubio, con mechas cobrizas que siempre lo inducían a compararlo con el fuego, labios gruesos, pómulos altos, nariz recta. Todo en ella le recordaba a su amada esposa, una imagen que hizo retornar a su memoria a otro tiempo en el que era aún un hombre vigoroso.
A pesar de la diferencia deedad —había desposado a Alexandra cuando ella contaba solamente dieciocho primaveras y él tenía cumplidos los cuarenta y uno—, su matrimonio fue un oasis de paz, coronado por un amor auténtico y desinteresado. Dios les había concedido la gracia de un solo vástago: Tatiana Elisabeta.
Ahora, a punto de cumplir los veintidós años, la muchacha era su único apoyo. Menuda y delgada, aparentaba menosedad, pero era fuerte, valerosa y atrevida como lo fue la mujer que le dio la vida.
—Cuánto daría por tener a tu madre a mi lado en estos momentos, cariño —susurró con una pena infinita.
Tatiana apoyó la mejilla en las rodillas de su padre. También ella la echaba de menos. Sobre todo en esos momentos, tan próxima a casarse. Su madre la hubiera guiado como nadie; siempre lo hizo. Pero ya no estabacon ellos, los había dejado hacía más de ocho inviernos. ¿Qué hubiera opinado sobre su futuro esposo? Seguramente habría sido de su gusto, porque era un buen hombre.
Para Tatiana, casarse era una obligación ligada a su condición. No podía negarse a aquella boda, como tampoco podía dar marcha atrás en el tiempo; era su deber para con su país. Como heredera, carecía de la libertad de la quegozaban otras muchachas para elegir esposo, pero no se quejaba. Sabía de antemano la servidumbre que le suponía su lugar en la vida, el gravamen de ser hija de su padre, de tener que velar por el bienestar de sus súbditos cuando él faltase. No quería pensar en ello, la tristeza la embargaba al imaginarse sin su compañía, su apoyo y dirección.
Ahora estaba a menos de una semana de convertirse en unamujer casada. Necesitaba un consorte.
Se rebelaba ante el hecho que representaba tener que compartir por fuerza su vida con un varón que, inevitablemente, reduciría su libertad; una libertad de la que tanto había gozado merced a un padre benevolente. Pero así estaban las cosas, así era el mundo y ella no podía cambiarlo por más que quisiera.
Sergei Barlov. Un joven que le llevaba seis años. Rubio,de clarísimos ojos azules y sonrisa de niño travieso que enamoraba a cuantas muchachas lo miraban. Tatiana sentía afecto por Sergei, pero no estaba enamorada. Aunque daba por sentado que su matrimonio llegaría a buen término. Su futuro esposo era un hombre culto, cariñoso y sereno, muy capaz de cooperar con ella en la compleja labor de gobierno y de las intrigas palaciegas.
—En cuanto se...
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