NOVELA

Alquimia.





‘Estallaré
en mil formas
ya no estarás
en la zona de mi alma.
Y descubriré
mil vientos,
ya no estaré para darte valor.
Todo se quebró,
sin embargo
tus ojos dan al cielo.
Tengo que ver
cada luz
que provenga de ti.’





















Para Bianca, colega amiga. Gracias; te quiero.
Uno; tormenta.

El despertador suena a lasocho de la mañana en punto. Lo apagas cuando sacas un brazo de por debajo de las sábanas y el cubrecamas. Refutas un par de palabras pero no se te entiende porque la boca la tenes pegada a la almohada. Esperas diez minutos para levantarte y calzarte las pantuflas. Te higienizas en el baño pero no te peinas. Eso lo dejas para antes de irte. Vas a la cocina y con un solo movimiento de dedo encendesla pava eléctrica. También pones tostadas para que se tuesten en la tostadora –todo muy redundante. Por la ventana ves que llueve, por lo que insultas y corres hasta el balcón para sacar la ropa que dejaste la tarde anterior en el tender. Caminas con el pilón de prendas y las tiras en una punta del sillón, la cual no tiene estabilidad y cae en toda la extensión.

Las tostadas se te queman –ytambién te quemas un dedo cuando intentas agarrar una. Te enojas con vos y por eso tiras todo a la basura. No tenes tiempo como para rasquetear tostadas con un cuchillo. Volves al cuarto, con la taza llena de té con leche en mano, para buscar la ropa que usar en el día. Calculas la humedad sin verificar en la televisión. Con solo ver tu pelo te basta y sobra. Sin la necesidad de mirarte al espejo, tevestís con la pollera tiro alto, la camisa rosa pastel y los tacos esenciales en tu vida –porque sino tu metro y medio ni se distinguiría entre la multitud. El pelo lo dejas suelto hacia atrás, tirándolo con ayuda de una bincha y un par de hebillas que retienen pelos rebeldes. Es imposible encontrar el paraguas entre tanto despelote dentro del placard embutido. Por eso es que no te hacés malasangre y solo agarras una campera. Al salir del departamento, te cruzas con la vecina de arriba, la que siempre se queja de la música alta o de cuando gritás al hablar por teléfono. Ni siquiera te saluda, y tampoco te preocupa. Nunca habrá buena relación con los vecinos.

-La puta madre… -es lo primero que decís apenas abrís el portón del edificio y un viento te lleva puesta, chocándote de frentey despeinándote el pelo corto.

El auto está estacionado en la misma cuadra del edificio, unos metros más adelante de la entrada. Llueve sin ganas de parar y calculas cuánto vas a mojarte en ese pequeño trayecto. Buscas las llaves del auto dentro de la cartera, achinas los ojos, bajas la cabeza y te mandas a pasos largos. Tardas diez segundos en embocar la llave en la cerradura del auto, por loque te ahorraste el baño del día.

-Estos días de mierda no tendrían que ni existir -hablas sola. Siempre hablas e insultas al mundo. Tiras el bolso en el asiento de al lado y prendes los limpia parabrisas- y tampoco sé porqué carajo estoy yendo a trabajar… -te sacudís el pelo, secas las manos con pañuelitos y encendes el auto. Pero antes de partir, una sombra te asusta desde la ventanilla dellado del copiloto. Golpea, saluda y pide a señas que bajes el vidrio- ¿Qué?

-¿Te puedo pedir un favor? Se me fundió el auto y no me anda… ¿me podrías alcanzar hasta la facultad de arquitectura? Queda acá cerca –entonces te animás a pensar si te vio cara de tachero o si es un plan para propasarse y terminar conduciendo él para llevarte a un descampado y despojarte las prendas.

-Sí, subí… -loves sonreír y abre contento la puerta para sentarse a tu lado. Te salpica un poco con el agua de lluvia. Está empapado, como recién salido de una ducha.

-¿Qué pasa? –se dio cuenta que lo quedaste mirando fijo.

-Pensé que ibas a sentarte atrás. ¿Vos me querés violar? –sos mandada. Por eso aquel sujeto equis se te caga de risa en la cara.

-No, sólo quiero ir a estudiar. Estoy llegando...