Novelas
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TRILOGÍA DEL JARDÍN, Nº 3
LIRIO ROJO
Para Kayla, hija de mi hijo,
y para todas aquellas luces
que no se habían encendido aún
cuando escribí esto.
Injertar e implantar implican unir dos plantas independientes para que funcionen como una sola,crear otra, fuerte y saludable, con las mejores características de sus dos padres.
American Horticultural Society,
Multiplicación de las plantas.
La juventud se desvanece, el amor se marchita, las hojas de la amistad caen; la esperanza secreta de una madre sobrevive a todo.
oliver wendell holmes.
ÍNDICE
Prólogo 5
Capítulo 1 11Capítulo 2 19
Capítulo 3 31
Capítulo 4 42
Capítulo 5 52
Capítulo 6 64
Capítulo 7 75
Capítulo 8 87
Capítulo 9 98
Capítulo 10 109
Capítulo 11 121
Capítulo 12 132
Capítulo 13 143
Capítulo 14 154
Capítulo 15 166
Capítulo 16 176
Capítulo 17 187
Capítulo 18 199
Capítulo 19 210
Capítulo 20 222
Epílogo 233RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 235
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Prólogo
Memphis,
enero de 1893
Estaba desesperada, sin nada, enloquecida.
Había sido una mujer bella, una mujer inteligente, con una gran ambición: el lujo. Lo había alcanzado utilizando el cuerpo para seducir y la cabeza para calcular. Había sido la amante de uno de los hombres más ricos y poderosos de Tennessee.Su casa atrajo a muchos por su belleza, decorada según su gusto... con el dinero de Reginald. Tuvo servicio para lo que se le antojó, un ropero que no tenía nada que envidiar al de la cortesana más solicitada de París. Joyas, amigos que la distraían, carruaje propio.
Daba alegres fiestas. Se había sentido envidiada y deseada.
Ella, la hija de una dócil criada, tuvo todo lo que suavaricioso corazón ansió.
Tuvo un hijo.
Aquella vida que jamás quiso llevar dentro la cambió de arriba abajo. Y se convirtió en el centro de su mundo, en lo único que amó más que a sí misma. Hizo planes para su hijo, sus sueños fueron para él: le cantó mientras el pequeño dormía en su seno, lo trajo al mundo con dolor, con gran dolor, pero también con alegría. La alegría de saber que cuandoterminara el sufrimiento tendría en sus brazos a su querido hijo.
Le dijeron que había tenido una niña. Le dijeron que había nacido muerta.
Mentían.
Lo supo ya entonces, cuando el dolor la hacía enloquecer, cuando se hundía en el abismo de la desesperación. Incluso cuando se volvió loca supo que era mentira. Su hijo vivía.
Se lo robaron. Lo secuestraron. ¿Cómo podía ser de otraforma si ella había notado los latidos del corazón del pequeño con la misma claridad que los suyos?
No habían sido, sin embargo, la comadrona ni el médico quienes se habían quedado con su hijo. Reginald le quitó lo que era suyo, comprando con su dinero el silencio del servicio.
Le recordaba de pie en el salón de la casa de ella, después de los meses que había pasado sufriendo,preocupada. Asunto concluido, pensaba mientras, con dedos temblorosos, se abrochaba el vestido gris. Acabado de una vez, ahora que él tenía lo que deseaba. Un hijo, un heredero. Lo único que su desalmada esposa no había sido capaz de proporcionarle.
Él la había utilizado y luego le había arrancado su único tesoro, como si tuviera derecho a hacerlo. A cambio, le ofrecía dinero y un pasaje a Inglaterra.Pagaría, pagaría, pagaría, iba repitiendo ella para sus adentros mientras se arreglaba. Pero no con dinero. Ni hablar. Con dinero no.
Estaba en las últimas pero encontraría la forma. Por supuesto que la encontraría, en cuanto tuviera de nuevo en sus brazos a su querido James.
El servicio—ratas en barcos que se hunden—le había robado parte de sus joyas. Ya se lo imaginaba. Tuvo...
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