Nueva Historia
Hoy me han traído nuevamente a este lugar, el que más he frecuentado en mi vida. Las paredillas ahora están revestidas de grafitis, intentointerpretar uno, pero no alcanzo a descifrarlo. Abren rápidamente la puerta de hierro y los guardias corean:
—¿De vuelta, Luis?
Entramos por el pasadizoque conduce a la dirección. Veo los mismos muebles y el mosaico de fotos en la pared. El director en un rincón a media luz hojea papeles.
—¿Qué pasó? —mepregunta quitándose las gafas, pero vuelve a entretenerse con los papeles.
Sí. Estoy de regreso después de doce días de haber quedado en libertad. Alguien ve millegada desde el interior de su celda, su perro corre a saludarme, me da vueltas entre las piernas. Raro que nadie más sale a recibirme. Hay suéteres, calzoncillos ypantalonetas secándose por todas partes, el poco viento que entra los mueve pausadamente. Voy a la cocina para ver quiénes permanecen aún ahí y percibo el peculiarolor a comino de las mañanas. Carlina me ha visto y se viene sobre mí con su bulla alocada de siempre.
—¡Volviste, papacito! —me dice, al tiempo que agarra misbolas.
Su actitud me ha hecho pensar que estoy retornando a la misma historia. La boca le huele a café. Los demás nos miran seriamente. Parece que mi reinadoacabó y están naciéndome problemas.
Luis, ten cuidado, me dije.
Trato de deshacerme de Carlina, pero insiste acariciándome la cara. Le alejo la mano y él merecrimina:
—¡Cómo olvidas tan rápido! Tiraste a la basura lo nuestro, ¡no joda! Te desconozco. ¡Mira! —me muestra la lengua—. ¡Ya verás! No podré defenderte.
Regístrate para leer el documento completo.