Nueva Primavera

Páginas: 547 (136563 palabras) Publicado: 19 de julio de 2014
ROBERT JORDAN
LA RUEDA DEL TIEMPO

NUEVA PRIMAVERA






Para Harriet, ahora y siempre

1

El Garfio
Un viento frío sopló en la noche a través del campo cubierto de nieve donde los hombres se habían estado matando unos a otros durante los últimos tres días. El aire era cortante, si bien no tan gélido como Lan habría esperado en esa época del año. Con todo, la temperatura era lobastante baja como para que el peto de acero transmitiera el frío a través de la chaqueta y para que el aliento se condensara en vaho delante del rostro del hombre cuando el viento no lo arrastraba. La negrura del cielo empezaba a menguar y el brillo de los millares de estrellas, cual grueso polvo de diamantes esparcido en el firmamento, se iba apagando lentamente. La gruesa hoz de luna estaba bajay apenas daba luz para distinguir las siluetas de los hombres que vigilaban el campamento instalado en la arboleda de robles y cedros desperdigados. No se habían encendido lumbres porque el fuego habría delatado su posición a los Aiel. Lan había combatido contra ellos mucho antes de que esta guerra empezara, en las Marcas Shienarianas; una cuestión de deber para con los amigos. Si ya era difícilenfrentarse a ellos a la luz del día, hacerlo de noche era tanto como jugarse la vida a cara o cruz. Claro que a veces te encontraban aunque no hubiese lumbres.
Apoyando la mano enguantada sobre la espada envainada, se arrebujó en la capa y siguió haciendo la ronda de los centinelas a través de la capa de nieve que le llegaba a la pantorrilla. La suya era una espada antigua hecha con el PoderÚnico antes del Desmembramiento del Mundo, durante la Guerra de la Sombra, cuando la mano del Oscuro tocó el mundo durante un tiempo. De esa era sólo perduraban leyendas, salvo, quizá, lo que supieran las Aes Sedai; aun así, la hoja de acero era algo real y concreto. No se rompía ni hacía falta afilarla nunca. La empuñadura se había reemplazado incontables veces a lo largo de los siglos, pero nisiquiera la herrumbre afectaba el lustre de la hoja. Antaño había sido la espada de los reyes malkieri.
El siguiente centinela que encontró, un tipo bajo y fornido que se cubría con una larga y oscura capa, estaba recostado en el tronco de un roble de gruesas ramas, con la cabeza caída sobre el pecho. Lan tocó al centinela en el hombro y el hombre se irguió bruscamente, a punto de dejar caer el arcocorto de cuerno que tenía en las manos enguantadas. La capucha le resbaló hacia atrás y dejó a la vista el yelmo cónico de acero un instante, antes de que el hombre volviera a calarse la capucha con rapidez. A la pálida luz de la luna, Lan no distinguía las facciones del hombre detrás de las barras verticales de la visera, pero sabía quién era. El yelmo de Lan era abierto, al estilo de ladesaparecida Malkier, con una pequeña visera en forma de luna creciente que se proyectaba sobre la frente.
—No estaba dormido, milord —se apresuró a decir el tipo—. Sólo descansaba un momento. —El domani de piel cobriza parecía abochornado, y con razón. Ésta no era su primera batalla; ni siquiera era su primera guerra.
—Un Aiel te habría despertado al degollarte o al hincarte una lanza en el corazón,Basram —dijo Lan en voz queda. Los hombres prestaban más atención a un tono tranquilo que al grito más alto, siempre y cuando la calma fuera acompañada de firmeza y seguridad—. Quizá sería mejor no tener tan cerca la tentación del árbol. —Se abstuvo de añadir que, aun en el caso de que los Aiel no lo mataran, el hombre corría el riesgo de congelarse si permanecía parado en un sitio mucho tiempo.Basram ya lo sabía. Los inviernos en Arad Doman eran casi tan fríos como en las Tierras Fronterizas.
Farfullando una disculpa, el domani se llevó la mano al yelmo en un respetuoso saludo, se apartó tres pasos del árbol y, bien derecho y despabilado, escudriñó la oscuridad. También movió los pies ligeramente para evitar que los dedos se le congelaran. Corría el rumor de que había Aes Sedai más cerca...
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