Nuevo paradigma estetico
EL NUEVO PARADIGMA ESTETICO
Félix Guattari
Es sólo tardíamente en la historia de Occidente que el arte se ha separado en tanto que actividad específica correspondiente a una referencia axiológica particularizada. En las sociedades arcaicas, la danza, la música, la elaboración de formas plásticas y signos hechos sobre el cuerpo, sobre los objetos o el suelo, estaban integrados alas actividades rituales y las representaciones religiosas.
Las relaciones sociales, los intercambios económicos y matrimoniales tampoco se distinguían mucho de la vida de conjunto de lo que he propuesto llamar Agenciamientos Territoriales de Enunciación. Mediante diversos modos de semiotización, sistemas de representación y prácticas multirreferenciales, esos agenciamientos lograbancristalizar segmentos complementarios de subjetividad, producían una alteridad social conjugando la filiación y la alianza, inducían una ontogénesis personal mediante el juego de las clases de edad y de las iniciaciones, de modo que cada individuo se encontraba envuelto en varias identidades transversales colectivas o, si se prefiere, en el cruce de diferentes vectores de subjetivación parcial.
En esascondiciones, el psiquismo de cada individuo no estaba organizado en facultades interiorizadas sino que se abría en una gama de registros expresivos y prácticos en contacto directo con la vida social y con el mundo exterior. Esa interpenetración del socius con las actividades materiales y los modos de semiotización dejaba poco espacio para una división y una especialización del trabajo —la nociónmisma de trabajo era bastante vaga— y, correlativamente, para la separación de una esfera estética distinta de otras esferas económicas, sociales, religiosas, políticas.
No se trata aquí de retrazar, siquiera sumariamente, las diversas vías de desterritorialización de los Agenciamientos de Enunciación. Recordemos solamente que su evolución general irá en la dirección de acentuar la individuaciónde la subjetividad, de una reducción de su polivocidad —pensemos solamente en la reducción en el número de nombres propios atribuidos a un individuo en muchas sociedades arcaicas— y hacia una autonomización de los universos de valor del orden de lo divino, del bien, de lo verdadero, de lo bello, del poder.
Esta sectorización de los modos de valorización está profundamente enraizada en laaprehensión cognitiva de nuestra época y nos es difícil dejarla de lado cuando intentamos descifrar las sociedades del pasado. ¿Cómo imaginar, por ejemplo, que un príncipe del Renacimiento no compraba obras de arte sino que contrataba como servidores a los artistas cuya fama estaba destinada a aumentar su propio prestigio? La subjetividad corporatista y las implicaciones piadosas de los maestrosartesanos de la Edad Media que construyeron las catedrales nos resultan opacas. No podemos evitar considerar bajo una óptica estética el arte rupestre que, según todo lo indica, tenía en realidad una base esencialmente tecnológica y cultural.
Así, toda lectura del pasado está inevitablemente sobrecodificada por nuestras referencias al presente. Encarar una lectura del pasado no significa que debamosunificar puntos de vista básicamente heterogéneos.
Hace unos años, una exposición neoyorquina presentaba en forma paralela obras cubistas y producciones de lo que se ha dado en llamar arte primitivo. Ambas series estaban separadas de su contexto respectivo —tribal, étnico, mítico por un lado; cultural, histórico, económico por el otro— poniéndose de relieve correlaciones formales, formalistas,en definitiva bastante superficiales.
No hay que olvidar que la fascinación que el arte africano, de Oceanía y de la India ejercía en los cubistas no era sólo de orden plástico sino que estaba asociada a un exotismo de época suscitado por las exploraciones, las expediciones coloniales, los diarios de viajes, las novelas de aventuras, y cuyo aura de misterio estaba intensificada por la foto, el...
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