Nunca
Una colmena de lolitas con botas y chicos malos con camperas. Eso era Palermo ese jueves de abril humedecido. Había fiesta en un rincón: era el cumpleaños de Gaby Alvarez, un RRPP quese maquilló de Gran Gatsby a mediados de la década pasada, que cultivó amistades fast food en el rock y en la tevé, que cocinó su ascenso de vértigo en las noches largas y blancas de Capital a golpesde efecto y afecto rentado, a tarascones y desquicio, pero que después se fue a la banquina: atropelló, mató, terminó en cana.
Pues Gaby, el pelado Gaby, el amigo de todos, el factótum inexplicabledel jet set, un sujeto ambigüo de 1,70 y 65 kilos, está volviendo. Ya no se viste de blanco sino que nos obligó a todos a ir de negro. Me puse un vestido oscuro que es la gloria y me calza bárbaro yllegué del brazo de un rockero que se acortó el cabello para siempre hace unos años y dejó el conurbano por Barrio Norte. La cita era en el patio trasero de un restaurante de comida peruana de lacalle Uriarte. Era temprano, y nos sentamos en una mesa en la que dos chicas conversaban. Una había trabajado en Duro de domar e hizo temporada en Carlos Paz —Josefina Pouso—; la otra era una amiga que,me contaría después, la acompañó porque no quería ir sola. Las dos hicieron lo mismo cuando entré: me escanearon de cabo a rabo e inmediatamente después, acaso intentando atemperar el gesto, chequearonsus blackberrys. Hasta entonces había solo una mesa ocupada en la que estaban Dante Spinetta, Emanuel Horvilleur y un par de músicos más. Mientras llegaban invitados, me senté en la mesa de Pouso ysu amiga con el rockero que se cortó el pelo. El primero que llegó fue Iván Noble, acompañado por una modelito con la mitad de su edad y con el doble de piernas. Los acompañaba un escritor sub—40,macanudo pero sin obra, que repetía frases como slongans (Del tipo “A la sabiduría llega aquel que aprende a elaborar el dolor y mantiene los sueños”). Un denso. Todos pedimos champagne aunque mi amigo...
Regístrate para leer el documento completo.