Obra de teatro clásica
2. rivales igualmente nobles habían derramado, por sus odios mutuos, muchainculpada sangre. Sus inocentes hijos pagaron la pena de esos rencores, quetrajeron su muerte y el fin de su triste amor. Sólo dos horas va a durar en laescena este odio secular de razas. Atended al triste enredo, y supliréis convuestra atención lo que falte a la tragedia. ACTO PRIMERO ESCENA PRIMERA Una plaza deVerona (SANSÓN y GREGORIO con espadas y broqueles)SANSÓN.- A fe mía, Gregorio, que no hay por qué bajar la cabeza.GREGORIO.- Eso sería convertirnos en bestias de carga.SANSÓN.- Quería decirte que, si nos hostigan, debemos responder.GREGORIO.- Sí: soltar la albarda.SANSÓN.- Yo, si me pican, fácilmente salto.GREGORIO.- Pero no es fácil picarte para que saltes.SANSÓN.- Basta cualquier gozquejo de casa delos Montescos para hacermesaltar.GREGORIO.- Quien salta, se va. El verdadero valor está en quedarse firme ensu puesto. Eso que llamas saltar es huir.SANSÓN.- Los perros de esa casa me hacen saltar primero y me parandespués. Cuando topo de manos a boca con hembra o varón de casa de losMontescos, pongo pies en pared.GREGORIO.- ¡Necedad insigne! Si pones pies en pared, te caerás de espaldas.SANSÓN.-Cierto, y es condición propia de los débiles. Los Montescos almedio de la calle, y sus mozas a la acera.GREGORIO.- Esa discordia es de nuestros amos. Los criados no tenemos queintervenir en ella.SANSÓN.- Lo mismo da. Seré un tirano. Acabaré primero con los hombres yluego con las mujeres.GREGORIO.- ¿Qué quieres decir?SANSÓN.- Lo que tú quieras . Sabes que no soy rana. GREGORIO.- No eres
3. nipescado ni carne. Saca tu espada, que aquí vienen dos criados de casaMontesco.SANSÓN.- Ya está fuera la espada: entra tú en lid, y yo te defenderé.GREGORIO.- ¿Por qué huyes, volviendo las espaldas? SANSÓN.- Por noasustarte.GREGORIO.- ¿Tu asustarme a mí?SANSÓN.- Procedamos legalmente. Déjalos empezar a ellos.GREGORIO.- Les haré una mueca al pasar, y veremos cómo lo toman.SANSÓN.- Veremos si seatreven. Yo me chuparé el dedo, y buena vergüenzaserá la suya si lo toleran. (Abraham y Baltasar.)ABRAHAM.- Hidalgo, ¿os estáis chupando el dedo porque nosotros pasamos?SANSÓN.- Hidalgo, es verdad que me chupo el dedo. ABRAHAM.- Hidalgo,¿os chupáis el dedo porque nosotros pasamos?SANSÓN (a Gregorio). - ¿Estamos dentro de la ley, diciendo que sí?GREGORIO (A Sansón).- No por cierto.SANSÓN.- Hidalgo, no mechupaba el dedo porque vosotros pasabais, pero laverdad es que me lo chupo.GREGORIO.- ¿Queréis armar cuestión hidalgo?ABRAHAM.- Ni por pienso, señor mío.SANSÓN.- Si queréis armarla, aquí estoy a vuestras órdenes. Mi amo es tanbueno como el vuestro.ABRAHAM.- Pero mejor, imposible.SANSÓN.- Está bien, hidalgo.GREGORIO (A Sansón.).- Dile que el nuestro es mejor, porque aquí se acercaun pariente de miamo.SANSÓN.- Es mejor el nuestro, hidalgo. ABRAHAM.- Mentira.SANSÓN.- Si sois hombre, sacad vuestro acero. Gregorio: acuérdate de tusabia estocada. (Pelean.) (Llegan Benvolioy Teohaldo.)BENVOLTO.- Envainad, majaderos. Estáis peleando, sin saber por qué.TEOBALDO.- ¿Por qué desnudáis los aceros? Benvolio, ¿quieres ver tumuerte?BENVOLTO.- Los estoy poniendo en paz. Envaina tú, y no busques...
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