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Política y religión
No necesitamos hacer un recuentohistórico de la relación Iglesia-Estado en Venezuela para advertir que el Presidente actual ha sido, y por mucho, el que más ha utilizado los símbolos religiosos con fines políticos.
Un presidente que llevaun crucifijo en el bolsillo, lo muestra y lo besa en medio de un acto público; unas señoras de las clases medias y altas del país que se visten de rosado mientras llevan en procesión a la virgenpatrona en plena marcha en contra del gobierno; una confrontación entre grupos políticos en una plaza pública que termina teniendo por objetivo decapitar a la Virgen de la Inmaculada; o un brujo que fumandoun tabaco pretende exorcizar a los medios de comunicación de los malos espíritus; fueron algunas de las imágenes político-religiosas que nos acompañaron en los años de la extrema polarizaciónpolítica del país y que no quisiéramos volver a ver.

Pero no. El uso de la religión como recurso político sigue presente entre nosotros, tal y como quedó de manifiesto la semana pasada. No sabemos si fuepara adelantarse a lo que son las deliberaciones y posterior comunicado de la Reunión Anual de la Conferencia Episcopal, pero lo cierto fue que no fuimos pocos los sorprendidos, al ver en cadenanacional cómo se utilizó el altar de la basílica menor y santuario de la Virgen de Coromoto para anunciar ciertos cambios militares.

En el país más secularizado de la región, este tipo de manifestacionespolítico-religiosas son como para desconcertar a cualquier observador que hubiese conocido a la Venezuela secular y respetuosa de la separación Iglesia-Estado. Esa que fue consecuencia de haber sidouno de los países más urbanizados y de mayor ingreso per cápita de Latinoamérica, con la mayor tradición liberal y anticlerical (venida precisamente de la Guerra de Independencia), y producto de...