Occidente mortificacion del cuerpo
Desde nuestrao mundo contemporáneo, posterior a la segunda guerra mundial, el holocausto judío, a la bombaatómica de Hiroshima, vemos de otro modo la vida. El ser humano llego al mas sofisticado nivel de desprecio por si mismo y tecnificó su impulso autodestructivo.
En nuestro mundo actual nadie puedeaceptar como bueno mortificarse, abstenerse, negar el curso de las necesidades que mueven los deseos. No hay razón, aparte del placer de una ESBELTA SILUETA, para dejar de comer, como tampoco vale lapena dejar de beber, a no ser para no verse ridículo frente a otros.
El sentido del cuerpo en nuestra cultura nos permite contrastar dos momentos, dos concepciones y dos modalidades de la tortura.La tortura del siglo XVIII, que llegaba hasta la muerte de aquellos que habían sido poseídos por el demonio, permitía al menos salvar el alma. La tortura del siglo XX es haber perdido a Dios y aldiablo, sustituyéndolos por la insuficiencia de una razón incapaz de aliviar el hambre, la pobreza, la violencia desenfrenada y de pueblos enteros que se asesinan sin compasión, el desamor y sobre todola perdida de la esperanza.
Una pequeñísima minoría de personas cultivan su cuerpo como el centro de un ser interior mas elevado y capaz de encontrar armonía con el mundo. Tal vez en las prolongadascaminatas por las mañanas donde se pone a prueba la resistencia física y se expande el horizonte de los sentidos, haya opciones de reencontrarse con una nueva dimensión del cuerpo, con la soledad ycon la trascendencia. Alguns grupos de personas practican rudimentos de Yoga, de Thai chi o de Kung fu, intentando acercarse a una opción que les resuelva su disociación entre cuerpo y espíritu, y...
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