Odiseo y el Cíclope

ODISEO Y EL CICLOPE

–Desgraciado Odiseo. Si supieras dónde estás, te comería como a un garbanzo, pero dado que me dejaste ciego, eso te ha salvado. ­­–Dijo el temible Cíclope, tapando su ojo pinchado, con una gafa negra.
–Pero te diré que tú monóculo de sol te queda de maravilla. Pareces una estrella de cine. –Respondió Odiseo.
Odiseo se acercó al cíclope quien permanecía sentado,recostado contra una enorme roca, y compasivo le tocó una de las gigantescas manos como muestra de solidaridad.
–No fue mi intención trastearte el ojo. ¿Me creerías si te digo que fue un accidente?
–¿Accidente? ¡Qué accidente y qué ocho cuartos! –Refunfuñó molesto.
–Para que veas... –Odiseo interrumpió la frase en seco–. Perdona, eso de “para que veas” solo es un decir. Comodecía, para que veas que todo fue circunstancial y sin mala fe, te he cortado este árbol. Lo he desramado y desraizado para que te sirva como un hermoso bastón.
–¿Dónde está?... ¡No lo veo!
–Está a tus pies. Si te doblas un poco, lo podrás tomar.
El gigante de un solo ojo se dobló, tal como le indicó Odiseo, y encontró el árbol. Tomó el bastón entre sus poderosas manos. Se puso de pie ysujetó el bastón como un palo de golf y realizó uno que dos movimientos al ras del suelo. En realidad, trataba de darle disimuladamente a Odiseo, pero al no detectar donde se encontraba, fingió que solamente estaba calibrando el obsequio. Luego, tomó el bastón como un bate y lo blandió, abanicando un par de strikes.
–Sí. Me parece que todo está perfecto. Tiene buen peso y buen porte.–Me alegro que te guste.
–Ahora, te propongo, y más que una propuesta es una cuestión de justicia. –Dijo con seriedad el cíclope, mientras se apoyaba en su bastón–. Ya que tú te paseaste en mi único ojo, por cuestión de justicia, debes ser mi lazarillo.
–¡Bueno, bueno, bueno! No te puedo decir que sí o que no, porque no sé qué es un lazarillo. –Respondió el temerario Odiseo.
–¿Hasleído “El Lazarillo de Tormes”?
–Bueno, por fortuna te diré que no.
–¡Ah! ¡Qué mal! Entonces, olvida lo del lazarillo... Quiero que tú seas mi guía.
–Eso me parece mejor. Acepto ser tu guía. –Contestó el aguerrido Odiseo.
Esto complació bastante al gigante. Aunque en su mente todavía existía la febril intención de la venganza.
El gigante pensó por un momento y tras lo cualdijo:
–Tengo una idea. Para que pueda seguirte sin dificultad, te pondrás esta pequeña campana atada al cuello. Así, yo podré saber por dónde vas.
El cíclope sacó de uno de los bolsillos de su túnica una diminuta campana y se la entregó al lazarillo.
No de muy buena gana, Odiseo la tomó y se la ató al cuello.
–Me siento como una vaca con este artefacto pendiendo de mi cuello, pero todosea por ti... Ya está. ¿Y ahora, qué más?
–Ahora me llevarás a mi casa. Sigue el pequeño sendero frente a ti. Al escuchar la campana, yo te seguiré... Tú serás mi ojo.
Así lo hicieron, lazarillo y gigante, emprendieron la marcha rumbo a la casa del segundo.
Ambos anduvieron por muchas horas caminando. En eso, la noche los envolvió con su manto estrellado, mientras la luna dormía detrás deunas nubes.
–Quedémonos aquí por hoy. Mañana seguiremos con la jornada. –Sugirió el navegante Odiseo.
El gigante aceptó y colocando como almohada la punta de una montaña, se quedó dormido profundamente.
La luna se despertó y se levantó a jugar con las estrellas, en tanto los dos viajeros dormían plácidamente debajo de ellas.
No se había ido a dormir la luna todavía cuando los pastores dellugar sacaron a pastar sus rebaños de cabras, ovejas, bueyes y vacas. Hasta los gansos y patos madrugaron para bañarse.
Cerca de los dos durmientes, una vaca del rebaño pasó. Llevaba atada al pescuezo una campana. La atolondrada bestia dio de coces al gigante y este se despertó.
–¿Qué, qué? ¿Ya salió la aurora? No he sentido la noche. –Dijo, soñoliento, el cíclope–. ¿Debemos partir ya?...