oficio
terremotos o enfermedades hasta tiranos. Pero también nuestra libertad es una fuerza
en el mundo,
fuerza. Si hablas con la gente, sin embargo, verás que la mayoría
tiene mucha más conciencia de lo que limita su libertad que de la libertad misma. Te
dirán: «¿Libertad? ¿Pero de qué libertad me hablas? ¿Cómo vamos
el mundo,
fuerza. Si hablas con la gente, sin embargo,verás que la mayoría
tiene mucha más conciencia de lo que limita su libertad que de la libertad misma. Te
dirán: «¿Libertad? ¿Pero de qué libertad me hablas? ¿Cómo vamos
el mundo,
fuerza. Si hablas con la gente, sin embargo, verás que la m
tiene mucha más conciencia de lo que limita su libertad que de la libertad m
dirán: «¿Libertad? ¿Pero de qué libertad me hablas? ¿Cómo vamos
el mundo
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Capítulo II
ORDENES, COSTUMBRES Y CAPRICHOS
Te recuerdo braOSTUMBRES Y CAPRICHOS
Te recuerdo braOSTUMBRES Y CAPRICHOS
Te recuerdo braOSTUMBRES Y CAPRICHOS
recuerdo braOSTUMBRES Y CAPRICHOS
do braOSTUMBRES Y CAPRICHOS
STUMBRES Y CAPRICHOS
BRES Y CAPRICHOS
Y CAPRICHOS
ICHOS
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«obedecer» los impulsos de su naturaleza.
Y si en la situació nen que está las ó r denes no le bastan, la costumbre
todavía menos. La costumbre sirve para lo corriente, para la rutina de todos los días.
¡Francamente, una tempestad en alta mar no es momento para andarse con rutinas! Tú
mismo te pones religiosamente pantalones y calzoncillos todas las mañanas, pero si
en caso de incendio no te diera tiempo tampoco te sentirías demasiado culpable.
Duranteel gran terremoto de México de hace pocos años un amigo mío vio
derrumbarse ante sus propios ojos un elevado edificio; acudió a prestar ayuda e
intentó sacar de entre los escombros a una de las víctimas, que se resistía
inexplicablemente a salir de la trampa de cascotes hasta que confesó: «Es que no llevo
nada encima...» ¡Premio especial del jurado a la defensa intempestiva del taparrabos!Tanto conformismo ante la costumbre vigente es un poco morboso, ¿no? Podemos
suponer que nuestro capitán griego era un hombre práctico y que la rutina de
conservar la carga no era suficiente para determinar su comportamiento en caso de
peligro. Ni tampoco para arrojarla, claro está, por mucho que en la mayoría de los
casos fuese habitual desprenderse de ella. Cuando las cosas están de verasserias hay
que
y no sencillamente limitarse a seguir la moda o el hábito...
Tampoco parece que sea ocasión propicia para entregarse a los caprichos.
Si te dijeran que el capitán de ese barco tiró la carga no porque lo considerase
prudente, sino por capricho (o que la conservó en la bodega por el mismo motivo),
¿qué pensarías? Respondo ti: que estaba un poco loco. Arriesgar la fortuna o la
porvida sin otro móvil que el capricho tiene mucho de chaladura, y si la extravagancia
compromete la fortuna o la vida del prójimo merece ser calificada aún más duramente.
¿Cómo podría haber llegado a mandar un barco semejante antojadizo irresponsable?
En momentos tempestuosos a la persona sana se le pasan casi todos los caprichitos
y no le queda sino el deseo intenso de acertar con la línea deconducta más
conveniente, o sea: más racional.
¿Se trata entoncesun simple problema funcional, de encontrar el mejor
de
medio para llegar sanos y salvos a puerto? Vamos a suponer que el capitán llega a la
conclusión de que para salvarse basta con arrojar
al mar, sea peso en
mercancías o sea peso en tripulación. Podría entonces intentar convencer a los
marineros de que tirasen por la borda alos cuatro o cinco más inútiles de entre ellos
y así de ese modo tendrían una buena oportunidad de conservar las ganancias del
flete. Desde un punto de vista funcional a lo mejor era ésta la mejor solución para
salvar el pellejo y también para asegurar las ganancias... Sin embargo, algo me resulta
en tal decisión y supongo que a ti también. ¿Será porque me han dado la
orden de que tales...
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