Oil Of Dog Libro English Final
Cuando recuerdo aquellos días a veces siento que, al haber ocasionado indirectamente la muerte de mis padres, tuve la culpa de las desgracias que afectaron tan profundamente mi futuro.
Una noche, cuandovolvía del local de mi madre de recoger el cuerpo de un huérfano, pasé junto a la fábrica de aceite y vi a un guardia que parecía vigilar atentamente mis movimientos. Me habían enseñado que los guardias, hagan lo que hagan, siempre actúan inspirados por los más execrables motivos; así que, para eludirle, me escabullí por una puerta lateral del edificio, que por casualidad estaba entreabierta. Una vezdentro cerré rápidamente y me quedé a solas con el pequeño cadáver. Mi padre ya se había ido a descansar. La única luz visible era la del fuego que, al arder con fuerza bajo uno de los calderos, producía unos reflejos rojizos en las paredes. El aceite hervía con lentitud y de vez en cuando un trozo de perro asomaba a la superficie. Me senté a esperar que el guardia se fuera y empecé a acariciar elpelo corto y sedoso del niño cuyo cuerpo desnudo había colocado en mi regazo.
¡Qué hermoso era! A pesar de mi corta edad ya me gustaban apasionadamente los niños, y al contemplar a aquel angelito deseé con todo mi corazón que la pequeña herida roja que había sobre su pecho, obra de mi querida madre, hubiera sido mortal.
Mi costumbre era arrojar a los bebés al río que la naturaleza habíadispuesto sabiamente para tal fin, pero aquella noche no me atreví a salir de la fábrica por miedo al guardia. «Seguro que si lo echo al caldero no pasará nada —me dije—. Mi padre nunca distinguirá sus huesos de los de un cachorro, y las pocas muertes que pueda ocasionar la administración de un tipo de aceite diferente al incomparable Ol.can. no pueden ser importantes en una población que crece con tantarapidez.» En resumen, di mi primer paso en el crimen y arrojé al niño al caldero con una tristeza inexpresable.
Al día siguiente, y para asombro mío, mi padre nos informó, frotándose las manos de satisfacción, que había conseguido la mejor calidad de aceite nunca vista y que los médicos a los que había enviado las muestras así lo afirmaban. Añadió que no tenía la menor idea de cómo lo habíahecho, pues los perros eran de las razas habituales y habían sido tratados como siempre. Consideré mi deber dar una explicación y eso fue lo que hice, aunque de haber previsto las consecuencias, me habría callado. Mis padres, tras lamentar haber ignorado hasta entonces las ventajas que la fusión de sus respectivos quehaceres suponía, pusieron manos a la obra para reparar tal error. Mi madre trasladó...
Regístrate para leer el documento completo.