ola k ace
Miré por enésima vez por la ventana, a la derecha de mi cama y bien arriba, donde no alcanzo, en ella vi lo mismo que había visto antes: Un cielo nocturno, nublado y sin estrellas, en el que la luna menguante no era más que una mancha borrosa en esa inmensa negrura.“Es tarde. Creo que ya deberían haber llegado”Mi vista regresó a la televisión, donde estaba una de esas caricaturasgroseras que, como dice mi mamá, –Los niños buenos como tu no deben ver, porque es como meterte porquería en el cerebro.- Si mamá y papá me encuentran viéndolo estaría metido en un buen problema, probablemente algo así como: “¡Sin televisión por una semana!, ¿No…?¡Esto no está a discusión Ronald-Matthews” Por alguna razón mi papa siempre dice mi nombre completo como si fuera una sola palabracuando me regaña por algo, a lo mejor el abuelo le hacía lo mismo y por eso él piensa tiene que hacerlo también (Creo que me puso el nombre de abuelo para desquitarse un poco, como si le gritara a él en lugar de a mi).“Déjalos que se tarden lo que quieran, su aniversario es solo una vez al año”Sentí algo moviéndose y rugiendo dentro de mí, a la altura del ombligo, esas cosas que se ven como si fuesengusanos gigantes en los libros y en las películas… ¡Oh, claro! Intestinos… o tripas. Esos órganos que tenemos dentro.Mamá había dudado en dejarme sólo cuando, en último minuto, la niñera llamó para cancelar. Pero papá había insistido en que no podían olvidarse de lo que habían estado planeando por tanto tiempo. Además no necesitaban pagarle a una adolescente para que fuera a ver televisión si yoya me podía hacer cargo por mí mismo. –Ya no es un bebé.- Y tiene razón, ya no soy un bebé y puedo hacerme cargo de mi mismo en algunas cosas, aunque en otras no tanto; cocinar, por ejemplo… Al menos no sin quemarme o con alguien vigilándome de cerca, valla suerte la mía, el cereal se había terminado esa mañana, pero mamá había comprado pan, aunque solo había de ese queso anaranjado que no megusta. Aun así cuando ese sonido de mis tripas regresó ya no aguanté más y fui a la cocina.El pasillo estaba oscuro, la luz que emanaba el televisor encendido solo iluminaba un par de metros y mas allá, la penumbra total hasta llegar a la cocina, desde donde la luz de la calle entraba, dibujando sombras entre los arbustos. Di el primer paso hacia la cocina lentamente, cerré la puerta, no me gusta dejarlas puertas abiertas, reinó tal oscuridad que ni siquiera alcanzaba a ver el final de mi brazo. Me quedé parado, totalmente inmóvil, no sé cuánto tiempo tardaron mis tripas en recordarme por qué había salido. Caminé rápido a la cocina y una vez allí moví mi mano nerviosamente por la pared a mi derecha, buscando el apagador, lo encontré. No recordaba que estuviera tan abajo… la luz cubre la cocinay tengo que cubrirme la cara para no sentir el dolor en mis ojos. Espero a que mis pupilas se acostumbren a la luz que pasa a través de mis parpados cerrados.Hice el sándwich y me lo comí allí mismo rápidamente, no quería tener que hacer el trayecto por el pasillo más veces de las necesarias, la verdad es que me asusta un poco la oscuridad… la verdad algo más que un poco, ya sé que los monstruosno existen y que todos los niños de la escuela (Hasta Tom y Mike, mis mejores amigos) se reirían de mi si lo supieran. Pero simplemente no me agrada no poder ver lo que tengo enfrente. Creo que incluso lo odio. Odio esa oscuridad que convierte a los sonidos más inocentes en las pisadas y alaridos de monstruos o demonios. Si hay un ruido no puedes saber de dónde viene, como me pasó entonces.“¿Quéfue eso?” Pensé mientras limpiaba las migajas de la mesita de la cocina. ¿Qué había sido? Quizá fue solo mi imagi… ¡Ahí estaba de nuevo! Un extraño chirrido que mis oídos ubicaron fuera de la cocina, en la calle, miré por la ventana. Nada. De pronto algo se movió allí entre los arbustos, corrí enseguida hacia mi cuarto lo más rápido que pude, intentando alejar aquello de mi mente.“¡Un gato!...
Regístrate para leer el documento completo.