Olor a dulce
Cada día las señoras de casa, atendíandesde temprano a sus esposos e hijos, terminaban sus quehaceres a la hora del almuerzo y luego se dedicaban a abanicarse en la tranquilidad de sus corredores, sentadas en sillas mecedoras corroídas porel polvo y el tiempo. Algunas de ellas se dedicaban a tejer mientras comentaban las novedades de sus vecinos y allegados. Mientras que los hombres a las 9 de la mañana, ya habían regresado de pescar ycosechar algunas frutas que luego canjeaban en la plaza principal y se reunían de tanto en tanto para jugar dominó y cartas con la compañía de unas cervezas frías.
Era un pueblo tranquilo, allínada sucedía. Pero esto cambiaría en poco tiempo.
Esa noche, el clima estaba mas caliente que nunca, la luz se había ido y todos dormitaban en sus hamacas sacadas al patio para recibir un poco debrisa que trajera el río. Las matronas, con su sexto sentido anticiparon que lo peor estaba apenas por suceder.
Al amanecer, los hombres cansados del mal sueño de la noche anterior se levantaronpara hacer lo acostumbrado, las madres atendían y organizaban a sus hijos que saldrían para la escuela, mientras que sus esposos desayunaban arepa con huevo revuelto y si había pan lo mojaban en elchocolate para salir a pescar o a sus cultivos de yuca, plátano y caña.
El pueblo lentamente se iba despertando para pasar un día más, de esos tediosos que se vivían allí, pero el aire traía escozor yalgo de zozobra. La sorpresa se la llevaron aquellos que llegaron al pequeño puerto improvisado con madera ahora podrida por el ir y venir del agua dulce. Vieron a la distancia una embarcación...
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