Opus dei
Opus Dei O Chapuza Del Diablo
Carlos Albás
A mi hijo Chema que con su cariño dio alegría a estos amargos años vividos A mis padres, que con el recuerdo del ejemplo de sus vidas laboriosas y humildes me dieron fuerza para mantener la lucha.
A todos los familiares y amigos que me han ayudado, comprendido y respetado mi libertad
CAPÍTULO I. EVOLUCIÓN DE UNA CONCIENCIA CRISTIANANací 32 años después que mi tío José María, el 20 de enero de 1934, en Zaragoza y en el seno de una familia católica. Recibí el bautismo de manos de otro de mis tíos sacerdotes, el canónigo arcediano Carlos Albás Blanc, a quien debo mi nombre y del que me siento orgulloso.
El primer recuerdo corresponde al período de residencia en la población pirenaica de Jaca, donde también inicié a los cincoaños los estudios.
Recibí en la iglesia del colegio de los Hermanos Corazonistas la primera comunión de manos de don José María Bueno Monreal, y desde siempre fui educado por mi madre en la piedad cristiana, introduciéndome en el rosario, la confesión y la misa de los domingos como mínimo. También solíamos acudir a las novenas los primeros viernes de cada mes al Sagrado Corazón de Jesús para asíalcanzar la promesa de "ningún alma morirá en pecado mortal si ha confesado y comulgado los nueve primeros viernes de mes seguidos". Y la acompañaba a la iglesia del Carmen para confesarme con los frailes capuchinos y a la catedral como devota de santa Orosia.
Si mi madre me trae a la memoria la práctica de la piedad cristiana, mi padre es la imagen del profesional que cumple con exceso sutrabajo, que cuando alcanzó la dirección del Banco de Aragón no cejó hasta situarlo en el puesto de cabeza. En aquellos tiempos, y todavía hoy, solía ocurrir siempre lo mismo: las madres se hacían cargo del hogar y la educación de los hijos y los padres de resolver la situación económica. Pero mi madre, a pesar de la ayuda del servicio, tenía una buena faena con los seis hermanos.
A los quince años nostrasladamos a Zaragoza para que mi hermano Pascual consiguiera una titulación universitaria y los demás pudiéramos tener la misma oportunidad cuando llegara el momento. En la academia donde proseguí mis estudios conocí a Fernando Pérez Aísa, profesor de religión, compañero de mi tío José María en el seminario y buen amigo de mis otros dos tíos sacerdotes, Carlos y Vicente. Fernando Pérez Aísa mehabló en algunas ocasiones de mi tío. Nada especial, tan sólo que era bastante presumido y que no comprendía la renuncia al apellido Albás.
La principal preocupación de mi madre durante estos años siguió siendo una vida de piedad, y sus grandes motivos de alegría llegaban cuando al levantarme temprano acudía a misa de capuchinos o de infantes del Pilar.
Mis primeros ejercicios espiritualestuvieron como escenario la hospedería del Pilar, dirigidos por el jesuita Fernández Lerga. Fue precisamente en esa ocasión cuando recibí la noticia del fallecimiento de mi tío Carlos, difundida por la radio. Pedí permiso para acudir al entierro, pero el padre Fernández Lerga estimó más apropiado que rezase y ofreciéramos la misa del día siguiente por el eterno descanso de su alma.
Al llegar a Zaragozame convertía en socio del Stadium Casablanca, un club deportivo que había fundado el sacerdote mosén Francisco Izquierdo Molins, perteneciente a Acción Católica. Mi relación con la Acción Católica también se extendió a la parroquia de San Gil.
Como tantos otros cristianos, aunque he mantenido la fe, he tenido durante mi vida momentos de mayor o menor piedad.
Fui simpatizante del Opus Deidurante cuarenta años y, dicho sea de paso, gran admirador de mi tío, hacia el que he sentido siempre un cariño especial. La primera noticia que me llegó de su existencia coincide con la estancia en Jaca. Un día, al subir a casa, mi padre nos anunció: "Mirad qué librito me han regalado. Lo ha escrito mi primo José María, hijo de tía Lola, la hermana pequeña de mi padre. Cuando me llegó el turno de...
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