Organigrama
El organigrama
El señor Padilla, un joven y brillante licenciado recién egresado de una prestigiosa universidad, logró superar sin excesivos problemas la postulación a unos de los ministerios. Ufano y satisfecho de sí mismo, se acercó una mañana a las dependencias del ministerio, dispuesto a tomar posesión de su cargo, con todo su equipamiento y un flamante portafolios regalo de sumadre. Imaginaba en su camino que dada su gran valía, plasmada y puesta de manifiesto en los exámenes, se le confiaría un puesto de importancia desde el que podría iniciar una fulgurante carrera dentro de los funcionarios.
Pero la indiferente acogida del jefe de personal, que no expresó el entusiasmo que nuestro hombre creía merecer, hizo que perdiera la fe en sus condiciones. Tan sólo un par depreguntas fríamente corteses, el recordatorio de sus derechos y deberes como funcionario (algo sobradamente conocido para el señor Padilla) y una palmadita en el hombro antes de encaminarlo hacia su despacho, guiado por un una serie de ordenanzas propias del funcionamiento de una institución público.
Sumido en negras cavilaciones, fue siguiendo el señor Padilla a su renqueante guía por pasilloscada vez más oscuros y estrechos, convenciéndose por momentos de que le sería difícil orientarse en una estructura arquitectónica administrativa tan compleja. Lamentábase de no haber tenido el buen juicio de ir marcando su camino con algo, cuando, por fin, su guía se detuvo en seco ante una puerta desvencijada. El guía, se coloco los lentes, camino un par de pasos hasta dar con una pared.-Dieciséis – leyó con dificultad – esta no es – y reemprendió su marcha. Un par de metros más allá, en lo que parecía era la oficina que le correspondía al nueva funcionario, el guía se detuvo nuevamente, más seguro de sí mismo: - Dieciocho, aquí es.
Tras mucho luchar con la cerradura, y después de un vigoroso empujón, el guía consiguió abrir la puerta, que cedió con un chirrido que revelabamuchos años de desuso del despacho. Lo oscuro de la oficina –“vaya, no funciona la luz”, comentó el guía-, el olor a cerrado, el polvo, las telarañas, y un ratón que se escondió asustado en una grieta del zócalo, terminaron de descorazonar al señor Padilla, que se pasó lo que quedaba de su primer día de trabajo preguntándose qué habría sido de la secretaria, el fax, los cuatro teléfonos y el aireacondicionado de los que en su imaginación había dotado al despacho. Para colmo de males, al final de la jornada se perdió en los corredores y hubo de vagar desorientado durante casi media hora hasta dar con la salida del edificio.
En los días que siguieron, el señor Padilla asistió con satisfacción a los cambios que en su ausencia sufría el despacho. Se hizo la luz el mismo día en quedesapareció el polvo, dejando un intenso olor a cera. Otro día brotó de la nada una mesita con una sencilla máquina de escribir manual, y a la mañana siguiente apareció una papelera que fue recibida con auténtico entusiasmo. Todas estas pequeñas mejoras le llenaron de alegría, y aunque la silla era incómoda y cojeaba, y la llave aún se trababa en la cerradura, el señor Padilla pudo al fin comprobar queel despacho de un burócrata es su castillo.
Una mañana entró en su despacho muy ilusionado, preguntándose qué novedad descubriría en él. Le faltaban aún el paragüero, un perchero y un sillón más cómodo que venía reclamando al servicio de mantenimiento desde que supo de su existencia, y esperaba que alguno de estos accesorios estuviera ya instalado. En su exploración de la oficina noencontró ninguno de los tres, pero descubrió en la pared un cuadro que no estaba allí el día anterior. Era un gráfico que describía una estructura piramidal muy compleja, denominada, según pudo leer, “Organigrama”, en la que había algo especial y seductor que hizo que la estudiase con detenimiento. En la cumbre la pirámide podía distinguirse una casilla con el nombre del máximo responsable, desde la...
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