orutissu
Páginas: 24 (5825 palabras)
Publicado: 26 de agosto de 2013
Una calle de Venecia.
Entran Rodrigo y Yago.
RODRIGO: Calla, no me hables de ello; siento mucho que tú, a quien entregué mi bolsa, Yago, cual si las cintas de ella fueran tuyas, supieras de eso.
YAGO: No quieres oírme. Si alguna vez imaginarlo pude, aborréceme.
RODRIGO: ¿No dijiste acaso que en odio lo tenías?
YAGO: Despréciame, si así no fuera. Te juro que tres grandes de estaciudad le rogaron en persona, gorra en mano, que teniente suyo me nombrara, y a fe de buen soldado sé lo que valgo; el puesto me compete, ya tengo a mi oficial
RODRIGO: ¡Por mi parte, mejor fuera su verdugo!
YAGO: Ya no hay remedio. Tal es el servicio. O por influjo o por favor se asciende, no por antigüedad, donde el segundo siempre heredó la plaza del primero. Juzga tú mismo ahora si enjusticia tengo motivo para amar al moro.
RODRIGO: Dejare yo en tal caso de seguirlo.
YAGO: Estate tranquilo; si lo sigo es sólo por cuenta que me tiene. No podemos ser todos amos, ni los amos pueden siempre encontrar leales servidores. Verás no pocos siervos miserables, siempre obsequiosos, de su estado abyecto de servidumbre al parecer prendado, que sirven a sus amos como burros, por el pienso nomás, y cuando llegan a envejecer, se quedan en la calle. Palos merece gente tan honrada. Pero otros hay en cambio que, ataviados con formas y visajes de obediencia, atienden sólo a su provecho propio, que aparentando celo por sus amos, medran a costa de ellos, y en haciendo su agosto, se convierten en señores. Ésta es la gente lista, y de esta especie profesa ser yo mismo.
RODRIGO. ¡Qué bravasuerte debe tener el de los labios gordos si logra tal merced!
YAGO: Llamen al padre; vayan tras él; envenenen su dicha; pregónenlo en la calle, y que arda toda su parentela en ira; y aunque more en apacible clima, con molestas moscas atorméntenlo, y si su dicha por dicha tiene, a sus oídos llegue tan envuelta en pesar, que en parte pierda algo de su virtud.
RODRIGO: Ésta es su casa: Voy a llamarloen alta voz.
YAGO: Llámalo con pavoroso grito y ronco acento, como cuando de noche por descuido estalla el fuego en populosa villa.
RODRIGO: ¡Hola, Brabancio! ¡Alza, señor Brabancio!
YAGO: ¡Brabancio, despierta! ¡Hola, ladrones! ¡Mira por tu hacienda y por tu hija! ¡Ladrones! ¡Eh! ¡Ladrones! (Brabancio se asoma a una ventana)
BRABANCIO: ¿Qué motivo hay para tal estruendo? ¿Qué sucede?
RODRIGO:¿Tu familia se halla toda en casa?
YAGO: ¿Están cerradas todas tus puertas?
BRABANCIO: ¿Por qué lo preguntan?
YAGO: Te han robado: ponte el manto; ¡vive Dios! Te pierden; ¡te han robado la mitad del alma! Ahora mismo, en este mismo instante, está forzando a tu blanca oveja un lascivo morueco, viejo y negro. Despierta a rebato a los vecinos, si no quieres que abuelo te haga el díablo. ¡Alza, tedigo!
BRABANCIO: ¿Han perdido el seso?
RODRIGO: ¿No conoces mi voz, señor ilustre?
BRABANCIO: No tal: ¿quién eres?
RODRIGO: Señor, yo soy Rodrigo.
BRABANCIO: Tanto peor. Te he dicho que no quiero que rondes más mi casa. De mis labios oíste francamente que mi hija no es para ti. Y en tu locura, ahora, lleno de mosto, sales de la orgía a turbar con malicia mi reposo.
RODRIGO: ¡Por Dios,señor, por Dios...!
BRABANCIO: Aunque no ignoras que mi empleo y valor me ofrecen medios para vengarme de tan vil ultraje.
RODRIGO: Paciencia, buen hidalgo.
BRABANCIO: ¿Qué me charlas de robos tú? ¿No estamos en Venecia? ¿Es mi palacio alguna granja acaso?
RODRIGO: Venerable Brabancio, a ti acudo con fin honrado; mi intención es sana.
YAGO: ¡Vive el cielo!, hidalgo, eres de aquellos que no quierenservir a Dios si el diablo se lo manda. Cuando venimos a hacerte un servicio, ¿nos tomas por malhechores? ¿Quieres que cubra a tu hija un caballo berberisco? ¿Quieres que tus nietos te relinchen? ¿Quieres que sean corceles tus primos, y jacas tus sobrinos?
BRABANCIO: ¿Quién eres tú, grosero maldiciente?
YAGO: Soy quien te viene a anunciar que tu hija y el moro están haciendo ahora la bestia...
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