Otelo (Guion)
Sala del Consejo (El Dux y Senador sentados a una mesa)
(MONOLOGO YAGO)
SENADOR — Yo tengo asegurado que llegan a 200 naves. Lo cierto y averiguado es que una armada turca navega hacia Chipre.
MARINERO — (Dentro) ¡Ah del Senado! Traigo noticias del capitán. Me envía a deciros que los turcos navegan hacia Rodas con un buen número de naves.
SENA — Lo sospeché. ¿Sabes cuantas?MARI — Treinta. Y ahora navegan de retorno hacia Chipre, con propósito manifiesto de atacarla. Esto me manda a deciros con todo respeto vuestro fiel servidor Montano.
DUX — No hay duda que atacarán Chipre. ¿Está allí Marcos Luchesi?
SENA — Está en Florencia.
DUX — Escribidle de mi parte que vuelva en seguida.
SENA — Aquí llegan Brabancio y el moro. (Salen Brabancio, Otelo, Yago, Rodrigo)
DUX —Esforzado Otelo, necesario es que sin dilación salgáis a combatir al turco. (A Brabancio) Señor, bien venido seáis: no os vi entrar. ¡Lástima que esta noche nos hayan faltado vuestra ayuda y consejo!
BRABANCIO — Más me ha faltado a mí el vuestro. Perdón, señor. No me he levantado tan a deshora por tener yo noticia de este peligro, ni ahora me conmueven las calamidades públicas, porque mi dolorparticular, como despeñado torrente, lleva delante de sí y devora cuantos pesares se le atraviesan en el camino.
DUX — ¿Qué ha acontecido?
BRAB — ¡Hay hija mía, desdichada hija mía!
DUX Y SENA — ¿Ha muerto?
BRAB — Peor aún. Para mí como si hubiese muerto. La han sacado de mi casa, le han trastornado el seso con bebedizos de charlatanes, de porque sin arte diabólica ¿cómo ella, que no es loca niciega; había de caer en tal desvarío?
DUX — Sea quien fuere el autor de vuestra afrenta, el que ha privado de la razón a vuestra hija y la ha arrancado de vuestra casa, voz mismo aplicaréis con inflexible rigor la sangrienta ley, aunque recaiga en mi propio hijo.
BRAB — Gracias, señor. Quien la robó es el moro.
DUX Y SENA — ¡Lástima grande!
DUX — ¿Qué contestáis, Otelo? ¿Qué podéis decir enpropia defensa?
BRAB — ¿Qué has de decir, sino confesar la verdad?
OTELO — Generoso e ilustre Senado, dueños y señores míos, confieso que he robado a la hija de este anciano, y que me he casado con ella, pero ése es todo mi delito. Mi lenguaje es tosco: la vida de campo no me ha dejado aprender palabras suaves, porque desde que apenas contaba yo seis años y mis brazos iban cobrando vigor, los heempleado en las lides, y por eso sé menos del mundo que de las armas. Mala será, pues, mi defensa, y poco ha aprovecharme; con todo eso, si me otorgáis venia, os contaré breve y sencillamente cómo llegué al término de mi amor, y con qué filtros y hechicerías logré vencer a la hija de Brabancio.
BRAB — ¡Una niña tan tierna e inocente que de todo se ruborizaba! ¿Cómo había de enamorarse de unmonstruo feísimo como tú, que ni eres de su edad, ni de su índole, ni de su tierra? Es aberración contra naturaleza suponer tal desvarío en una niña que es la misma perfección. No, sólo con ayuda de Satanás puedes haber triunfado. Por eso vuelvo a sostener que has alterado su sangre con yerbas o con veneno.
DUX — No basta que lo creáis ni que lo sospechéis. Es necesario probarlo, y las conjeturas noson pruebas.
SENA — Dime, Otelo, ¿es cierto que la has seducido con algún engaño, o es que mutuamente os amabais?
OTELO — Mandad a buscar a mi esposa, que está a bordo del Sagitario. Ella sabrá defenderse y contestarle a su padre. Y si después de oírla me condenáis, no sólo despojadme del mando que me habéis confiado, sino condenadme a dura muerte.
DUX — Que venga Desdémona.
OTELO — Acompáñalos,alférez mío. (A Yago) Tú sabes dónde está, mientras llega, yo, tan sinceramente como a Dios me confieso os referiré de qué manera fue creciendo el amor de esa dama y el mío.
DUX — Hablad, Otelo.
OTELO — Era su padre muy amigo mío, y con frecuencia me convidaba, gustando de oírme contar mi vida año por año: mis viajes, desastres, peleas y aventuras. Todo se lo referí, cuanto me había sucedido...
Regístrate para leer el documento completo.