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Ahora bien, el discurso del desarrollo de la modernidad que surge desde hace ya más de tres siglos, ha establecido grandesdiferencias mundiales y ha moldeado toda posible concepción de la realidad y la acción social de los países denominados subdesarrollados.
Estas directrices traducidas en modelos, no han logrado sus objetivosde crear las condiciones necesarias y adecuadas, para llegar a la situación deseada que favorezcan la calidad de vida de la población. Las críticas han sido objeto de innumerables discursos e igualnúmero de tratados.
Es innegable a la altura de este siglo, que es necesario repensar las prácticas sociales en la búsqueda de alternativas que relacionen los procesos sociales y políticos con lastransformaciones tecnocientíficas, las creaciones artístico-culturales y los esfuerzos personales y colectivos para superar los graves problemas socioeconómicos que afectan a la mayoría de lospobladores.
No obstante, los intereses particulares, representativa del bien público y capaz de imponer un orden social; la separación de la Iglesia y el Estado y la configuración
progresiva deuna educación y una cultura laica; la consolidación de un espíritu científico que haga posible el progreso material y el desarrollo tecnológico restándole espacio ala superstición y a la ignorancia ensus versiones más retardatarias y perpetuadoras del status quo tradicional; la libertad de conciencia, de pensamiento y de expresión de las ideas, garantizada por un ordenamiento político pluralista,competitivo y abierto que posibilite la afirmación del individuo y de su autonomía, y por un orden jurídico que consagre además de los derechos, ciertas obligaciones básicas de los ciudadanos...
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