Pachacutec

Iba con miedo, o más bien, con muchos nervios porque nunca había sido catequista de niños de un asentamiento humano y tenía como miedo de no hacerlo bien, de no saber tratarlos con el debido tacto ytengo que decir que ha sido una experiencia totalmente recomendable.
Los niños te reciben como si ya te conocieran y ponen su confianza en ti y luego, los más chiquitines son encantadores. Cadapequeña vivencia que tenía con ellos sentía que ya eran parte de mi vida, cada palabra que me decían me hacía despertar un sentimiento de constante felicidad.
Personalmente, han sido maravillosos, muyespeciales. El año pasó muy rápido, pero me sentí tan cómoda y tan a gusto como si hiciera tiempo que estuviera allí, en ese hogar, con las hermanas que hicieron posible que nuestra labor fuera unarealidad, y sobre todo con esos niños. Los niños y niñas que acudían todos los sábados muy temprano, te aportaban una cosa distinta cada día, solo con verlos te daban tanta energía y tanto cariño que nopodías dejar de querer pasar horas con ellos, disfrutar de sus sonrisas, de sus abrazos, de sus muestras de amor. Y no me olvidaría de los más pequeñines repasando letras y conociendo los números con susganas de aprender, en condiciones difíciles, con poca luz o poco espacio en la mesa, incluso con poco material escolar, era un gozo que te llenaba de admiración por todos ellos.
Con tan poca edaderan capaces de salir adelante día a día, con tanta valentía, en esas condiciones extremas eran más capaces que nadie de SONREIR Y DE DAR CARIÑO a todas y cada una de las chicas que estábamoscolaborando esos días. Y hay una cosa que aún me sorprendió más, su agradecimiento cuando les brindabas un gesto amable, una palabra afectuosa o incluso cuando les marcabas los límites.
De regreso a mi casa,mis papas me pregunta: ¿Qué tal, como te ha ido? Y yo solo respondía llena de felicidad: “Una experiencia increíble”.
Me quede con ganas de continuar esta hermosa labor, ya que eran todos los...