Paciente 303
Sergio Espinoza Hernández
El árbol de navidad estrenaba nueva luces y adornos, en la cocina, en la olla había cinco gallinas indias una más que el año pasado, con su respectivo relleno, más una pierna de cerdo ahumada, se celebraba navidad y dábamos la bienvenida a Maritza que el día anterior había llegado de los Estados Unidos después de permanecer una breve estadía en SanFrancisco, California y en Miami, Florida.
Los invitados presentes eran la familia Vargas Chavarría y mi hermana Karla María con sus hijos Carlos Alejandro y Paola. A las doce de la noche salimos a la calle para tirar las tiquitracas y ver los cohetes, mientras nos abrazamos deseándonos lo mejor.
Fuimos convocados al rededor del árbol de navidad que lucía con más regalos que el añopasado para mí, una camisa elegante “dominguera” enviada desde Vacaville por mi cuñada Petra, unas camisetas de cuellos con paisajes tropicales, regalos sorpresas de mis amigos Chepe, puertorriqueño y Juanita, nicaragüense, entre los obsequios un reloj dejado por mi sobrina Sarita Obando en su reciente viaje a Nicaragua, para ser entregado por mi hermana para esta ocasión, desde que aparecieronlos teléfonos celulares se volvieron los relojes innecesarios, el último reloj que tuve lo compré en Suiza en mi último viaje a Europa.
En la gran mesa del comedor más otras adjunta nos sentamos los doce invitados de las dos familias y nos levantamos hasta terminar con el postre, un pio V quinto delicioso hecho con aguardiente, luego nos volvimos a dispersar a lo largo del corredor delporche decorado e iluminado con tanta luces por todos los lados que para Paula parecía un “toro encuetado” de las fiestas patronales, de fondo musical los cantos navideños desde los viejitos y bonitos hasta lo más recientes de cantautores famosos. Todo concluyó de maravilla y buscamos como ubicar a los huéspedes que desde el día anterior había anunciado que se quedarían, más otras improvisaciones quefueron a los sofás.
Al día siguiente, unos sin esperar desayuno partieron y otros salían de los cuartos para ser atendidos con unos confortables sándwich de relleno, desayuné y salieron varios retos para acabar la botella que quedó abierta el día anterior, pero elegí la holgazanería, me fui a dormir. A la hora caliente del medio día llegó el almuerzo, gallina con relleno y en el ocaso lacena, cerdo ahumado. Ya habíamos terminado de cenar cuando llegaron a dejar la maleta extraviada de la recién llegada, lo que prolongo la estadía de varios invitados que fueron favorecidos con regalos.
Era el amanecer del miércoles 26 de diciembre, una agrura combinada con acidez me despertó a las tres de la madrugada, era tan fuerte el dolor que me traslade al cuarto de huéspedes paraprocurar eliminar el sufrimiento en silencio y concentración, pero que va, me tomé una Alka Selzert que me ayudó momentáneamente a aliviar el malestar, cuando Maritza se despertó se fue a la farmacia a buscar el medicamento que limpiara mi estomago atormentados de gases insatisfechos, me mandó al inodoro a defecar, esto alivió el padecimiento, pero fue efímero. A la una de la tarde, sin desayunar nialmorzar, decidí ir de emergencia al hospital.
En el Hospital Escuela Dr. Roberto Calderón, del Ministerio de Salud de Nicaragua, en el área de emergencia nos integramos a una fila de cinco pacientes cada uno con diferentes niveles de dolores y angustia que demandaban ser atendidos, en la primera revisión valoraron el caso y nos enviaron a recepción a llenar la hoja de ingreso, noesperamos mucho tiempo cuando fuimos atendido por el Dr. Blanco, con solo tocar con sus manos el abdomen diagnosticó el problema, —esto hay que corroborarlo con los exámenes, dijo y ordenó análisis de sangre, examen de orina y una placa de rayos X.
Los exámenes confirmaron la apreciación del joven médico, la ciencia había fundamentado su diagnóstico: Diverticulitis agudo. El hallazgo había sido...
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