paco yunque

CUENTO LOS GALLINAZOS SIN
PLUMAS
(JULIO RAMÒN RIBEYRO)


A Las seis de la mañana, hora celeste y mágica. La ciudad se levanta de puntillas. Una fina niebla disuelve el perfil de los objetos sacando los cubos de basura. A esa hora, por último, como a una especie de misteriosa consigna, aparecían los gallinazos sin plumas.
A esa hora don Santos se pone la pierna de palo y sentándose en elcolchón comenzaba a barrer
-¡A levantarse! ¡Efraín, Enrique! ¡Ya es hora!
Los dos muchachos corren a la acequia y cansados. Con la tranquilidad de la noche el agua se había remansado y deslizarse pequeñas guanchas. Luego de levantarse, cogía cada uno su lata y se lanzan a la calle.
Efraín y Enrique, después de un breve descanso, empiezan su trabajo. Los cubos de basura están alineados delantede las puertas. Y luego comenzar la exploración. Un cubo de basura es siempre una caja de sorpresas. Encuentran latas de sardinas, zapatos viejos y cosas medios usados. A ellos sólo les interesan lo que queda. Al regresar, Pascual recibe cualquier cosa y tiene predilección por las verduras ligeramente descompuestas. No es raro, sin embargo, hacer un hallazgo valioso. Un día Efraín encontróotra vez una pera casi buena que devoró en el acto. Enrique, en cambio, tiene suerte para las cajitas de remedios, las escobillas de dientes usadas y otras cosas semejantes que colecciona con avidez.
Cuando el sol asoma sobre las lomas, la hora celeste llega a su fin. Los gallinazos sin plumas han regresado a su nido.
Don Santos los esperaba con el café preparado.
-A ver, ¿qué cosa me han traído?¿Qué han hecho hoy día? ¡Se han puesto a jugar seguramente! ¡Pascual se morirá de hambre!
Ellos huían hacia el emparrado, con las orejas ardientes de los pescozones. Desde el fondo de su reducto el cerdo empezaba a gruñir.
-¡Mi pobre Pascual! ¡Habrá que zurrarlos para que aprendan!
Al comenzar el invierno el cerdo estaba con un apetito insaciable. Los obligaba a invadir los terrenos ajenosen busca de más desperdicios. Por último los forzó a que se dirigieran hasta al borde del mar.
Allí encontrarán más cosas. Será más fácil además porque todo está junto.
Fue al regresar de una de esas excursiones que Efraín sintió un dolor en el pie. Un vidrio le había causado una pequeña herida.
Don Santos examinó el pie de su nieto. La infección había comenzado. Y le dijo a Enrique desdeahora tú vas a ser el trabajo de tu hermano y Don Santos dijo: los enfermos a la cama a pudrirse y su hermano cuando regreso le trajo de regalo un perro, Don Santos se molesto y cogió la vara.
Enrique levantó al perro contra su pecho y huyó hacia la puerta.
-¡No le hagas nada, abuelito! Le daré de comer y mira no come casi nada y Don Santos dijo no más perros.
Don Santos reflexionó, mirando elcielo donde se condensaba la garúa. Sin decir nada, soltó la vara, cogió los cubos y se fue rengueando hasta el chiquero.
Enrique sonrió de alegría pero esta se esfumo: Efraín inundado de sudor se revolcaba de dolor sobre el colchón. Tenía el pie hinchado, como si fuera de jebe. Los dedos habían perdido casi su forma.
¿Y el abuelo? -preguntó Efraín extendiendo su mano hacia el animal.
-Elabuelo no dice nada -suspiró Enrique.
A la mañana siguiente Enrique amaneció resfriado. El viejo, que lo sintió estornudar en la madrugada, no dijo nada. Y presentía una catástrofe. Si Enrique enfermaba, ¿quién se ocuparía de Pascual? Al segundo día sucedió lo inevitable: Enrique no se pudo levantar. Había tosido toda la noche y la mañana lo sorprendió temblando.
-¿Tú también? -preguntó el abuelo.Efraín se despertó quejándose y Enrique comenzó a toser.
El abuelo se enfado y se dispuso a ir a recoger la comida para el cerdo pero su invalidez lo hizo retornar a casa.
-¡Si se muere de hambre -gritaba -será por culpa de ustedes!
Desde entonces empezaron unos días angustiosos, interminables. Los tres pasaban el día encerrados en el cuarto, sin hablar, sufriendo una especie de reclusión...