Paizajes Etnográficos De Guanacache: La Problemática Huarpe En La Actualidad

Actas del III Congreso Argentino de Americanistas 1999, Universidad del Salvador. 2000, Pp. 187-207

Diego Escolar∗

Paisajes etnográficos de Guanacache: la problemática huarpe en la actualidad
Resumen: Una aproximación etnográfica actual a los huarpes de Cuyo constituye una aparente paradoja con relación a la tradicional visión etnológica y etnohistórica, que asumió como extinto a estegrupo aborigen a fines del siglo XVII. El presente trabajo, parte de una investigación más amplia sobre los sectores rurales subalternos de la Provincia de San Juan, se basa en una reciente campaña en el área de las Lagunas de Guanacache, en el centro-oeste cuyano. Siendo ésta desde tiempos coloniales un área de refugio y relativa autonomía para los huarpes y sus descendientes, carecíamos sin embargode investigaciones etnográficas actuales que enfocaran la problemática de los sentidos de pertenencia indígena en el presente. Aspiramos con este breve testimonio etnográfico a ensayar un panorama provisorio de los procesos de aboriginalidad entre los laguneros o ¿huarpes? de Guanacache antes de finalizar el siglo XX.

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CONICET/UBA 1

Paisajes etnográficos de Guanacache: la problemáticahuarpe en la actualidad
Introducción Entre San Juan y Mendoza, junto a la ruta nacional 40, se yergue una vara para medir profundidad con marcas de medición hasta los dos metros de altura. Parece una broma feroz en el contexto de extrema desertificación que puede apreciarse desde el paraje sanjuanino denominado (¿otro chiste?) Media Agua, hasta unas decenas de kilómetros antes de llegar a laciudad de Mendoza. Próxima a la frontera interprovincial, una huella nos introduce hacia el este en sentido contrario a la lejana pero omnipresente Cordillera de los Andes en un horizonte plano, sin matices aparentes más que el brillo del salitre que devuelve los rayos de un sol implacable. El antiguo lecho de las desecadas Lagunas de Guanacache. Tierras yermas, matorrales espinosos, médanos ybadenes, es hoy el paizaje otrora poblado de bosques de algarrobo, juncales, peces y aves acuáticas. Nada parece indicar que, hasta hace sesenta años, todavía eran visibles en el centro de Cuyo las últimas lagunas y totorales del gran complejo palustre que albergara una nutrida población aborigen desde antes de la época colonial, y hasta principios del siglo XX constituyó un vasto ecosistema que ocupabael centro de la región de Cuyo.1 Luego de los primeros kilómetros de recorrido, cuando ninguna presencia humana parece probable, las distancias comienzan a verse salpicadas por una suerte de mástiles rústicos, que, tras los arbustos, señalan distantes “puestos” de pastores. Caminos laterales, más irregulares aún que el acceso principal, se internan hacia ellos, a veces invisibles a sólo cincuentametros. Ya a unos treinta o cuarenta kilómetros comienza a divisarse una construcción blanca cuyo brillo contrasta con el verde opaco, marrón y amarillo del tapiz espinoso que cobija a la travesía. Una mayor frecuencia de puestos, ramadas abandonadas y luego unas pocas casas de adobe, caña y paja de carrizo, se congregan en torno a la antigua construcción de tapia, blanqueada y restauradarecientemente. Se llega a la Capilla del Rosario, construida en el siglo XVII y reconstruida a mediados del XIX sobre una doctrina fundada en el año 1601 por los jesuitas para evangelizar a los indios huarpes. La Capilla fue considerada desde el siglo XIX como el epicentro de la “huarpidad remanente” sanajuanina y cuyana2. Aunque hubo varios intentos durante la época colonial, sobre todo en el sigloXVIII, de “reducir a pueblo” los indios dispersos, sólo hace unos diez años, con la llegada del tendido eléctrico, comenzó a formarse el actual caserío en torno a la Capilla. El área, mayoritariamente poblada por los huarpes desde tiempos prehispánicos, constituyó en la época colonial una zona de refugio para éstos y otros grupos indígenas escapados de las áreas centrales de Mendoza y San Juan,...