Paleolitico
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ALTOS, OSCUROS Y PELIGROSOS, 6
UN DÍA MÁS
ÍNDICE
Prólogo 3
Capítulo 1 8
Capítulo 2 16
Capítulo 3 28
Capítulo 4 36
Capítulo 5 45
Capítulo 6 53
Capítulo 7 62
Capítulo 8 72
Capítulo 9 76
Capítulo 10 88
Capítulo 11 97
Capítulo 12 104
Capítulo 13 112
Capítulo 14120
Capítulo 15 130
Capítulo 16 141
Capítulo 17 153
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 157
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Prólogo
Crash Hawken se afeitó en el aseo de caballeros.
Llevaba dos días seguidos velando en aquel hospital de Washington, y la barba, el cabello largo y el vendaje de su brazo le daban un aspecto aún más peligroso que de costumbre.
Había salidoúnicamente para cambiarse de camisa (la que llevaba estaba manchada con la sangre del almirante Jake Robinson) y abrir el archivo informático que Jake le había enviado electrónicamente apenas unas horas antes de que le dispararan en su propia casa.
Acribillado en su propia casa… Aunque estaba allí, aunque había tomado parte en el tiroteo, aunque había resultado herido, le costaba trabajo creerlo.Estaba convencido de que la Navidad del año anterior no podía haber sido peor.
Pero se había equivocado.
Iba a tener que llamar a Nell y decirle que Jake estaba herido. Ella querría saberlo. Merecía saberlo. Y él aprovecharía la oportunidad para oír de nuevo su voz. Tal vez incluso para verla. Con un arrebato de desesperación, cobró conciencia de lo que llevaba meses intentandoocultarse a sí mismo: quería verla. Dios, cuánto deseaba volver a ver la sonrisa de Nell…
La puerta del aseo se abrió cuando estaba aclarando la cuchilla desechable que había comprado en la tienda del hospital. Miró al espejo y se encontró con la cara ceñuda de Tom Foster.
¿Qué probabilidades había de que el comandante de la Fincom, la Comisión Federal de Inteligencia, hubiera ido únicamentea hacer pis? Prácticamente ninguna.
Crash lo saludó con una inclinación de cabeza.
—Lo que no entiendo —dijo Foster como si la conversación que habían iniciado dos noches antes no se hubiera interrumpido—, es cómo es posible que seas la única persona que quedó en pie en una habitación con cinco cadáveres y medio, y no sepas qué ocurrió.
Crash puso la funda de plástico sobre la hojade la cuchilla.
—No vi quién disparó primero —dijo con voz firme—. Sólo vi que daban a Jake. Después, sé perfectamente qué pasó —se volvió para mirar a Foster—. Me cargué a los pistoleros que intentaban matar a Jake.
Pistoleros. No hombres. Al disparar sobre Jake Robinson, habían perdido su identidad para convertirse en simples dianas. Y como las dianas de una galería de tiro, Crash loshabía eliminado metódicamente, con total eficacia.
—¿Quién querría asesinar al almirante?
Crash sacudió la cabeza y dio la misma respuesta que había dado dos días antes.
—No lo sé.
Y era cierto. No lo sabía. No con certeza. Pero tenía un archivo lleno de información que iba a ayudarlo a encontrar al hombre que había ordenado aquel intento de asesinato. Jake había luchado contrael dolor y una conciencia que se desvanecía rápidamente para asegurarse de que Crash entendiera que había una conexión entre aquel atentado contra su vida y el archivo cifrado de alto secreto que le había enviado esa misma mañana.
—Vamos, teniente. Seguro que tiene al menos una hipótesis.
—Lo siento, señor, nunca me ha parecido útil especular en situaciones como ésta.
—Tres de loshombres a los que llevó a casa del almirante Robinson operaban con nombres y documentación falsos. ¿Era usted consciente de ello?
Crash sostuvo fijamente la mirada airada de su interlocutor.
—Me pone enfermo pensarlo, señor. Cometí el error de confiar en mi capitán.
—Ah, así que ahora es culpa de su capitán.
Crash intentó refrenar un estallido de cólera. Enfadarse no...
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