Paloma de fuego

Ángela María Dávila y La querencia

El En Rojo de esta semana en Claridad, tiene como portada a Ángela María Dávila: Diálogos Querenciosos. Ivette López reseña La Querencia:

'Walter Benjamin expuso en uno de sus ensayos, “The Storyteller”, cómo la pérdida de la tradición implica un empobrecimiento para la humanidad, una pérdida de su capacidad comunicativa. Dávila propone la riqueza delas voces que nos llegan al instalarlas en sus textos y reconceptualizarlas. Al apelar a las voces de otros la poeta reconoce que el ser humano es un ser que transmite o comunica culturalmente: “Aprender es recibir un legado, un conjunto de instrucciones textualizadas –verbales, escritas, ritualizadas –que nos sirven para desarrollarnos en un contexto sincrónico dado, en un aquí y un ahora”,escribe Joaquín Aguirre. La querencia es la historia de muchos aprendizajes y es también una mirada o modo de indagar en ellos: el aprendizaje del cuerpo femenino marcado por la cultura, el de los códigos de comportamiento amoroso, el que recogemos de aquellos y aquellas que encarnan la heroicidad, el de la imagen propia, el de los ancestros, entre otros. En su coro de voces es un libro quese pregunta qué somos desde los otros, desde las otras. El aprendizaje lleva a la transformación, que posibilita que lo aprendido se adapte a las nuevas situaciones o contextos. En Angela María Dávila la transformación de lo recibido es proceso continuo en La querencia, otorga singularidad a su poesía.

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La querencia es un libro sobre la experiencia humana pero ante todo sobre lahumanidad femenina: ¿qué somos desde las otras, desde los otros? La cultura teje sus hilos como una cadeneta, no como aros aislados, o como un coro polifónico en el que entran y salen voces continuamente'.
http://poderyambiente.blogspot.com/2009/08/angela-maria-davila-y-la-querencia.html





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LETRAS
De la queda(era) 3: una cresta de ola
JUAN C. QUINTERO-HERENCIA
+ SOBRE EL/LA AUTOR/A
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*Esta es la tercera y última parte "De la queda(era)". Para acceder a la primera parte, "De laqueda(era):1", haga clic aquí, para acceder a la segunda, "De la queda(era) 2: el perro de piedra", pulse aquí.

Mi trago es un eterno aquí me quedo.
Mi patria es un zigzag sobre la niebla.
-Manuel Ramos Otero
I
Ni espejo moral, ni versión menor del muro de las lamentaciones, la atracción por la queda(era) es también una entrega del embeleso ante lo que resta, ante lo que persiste en otro tiempo.Condición subjetiva y praxis de la palabra puertorriqueña, sus errancias desacomodan el péndulo moral del sentido común donde toda política del sentido es reducida a una batalla entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal. Con la queda(era) se podría atravesar la productividad sensorial de una era que queda entre sus palabras; la queda(era) como escafandra sensorial de una palabra en comunidad.La creatividad verbal puertorriqueña nos recuerda que no existe en los diccionarios el término “quedadera”. Con la supresión de la “d” aparece el vocablo. El neologismo inscribe también algo más que otra supresión propia del saber oral de estas aguas. Trabajar con devoción lo que (se) queda, deviene, cómo no, queda(era) a partir de una economía del paréntesis. Tras la sustracción fónica de la “d”,el español puertorriqueño consiente en hacer de la queda(era) una era. Con el añadido del ( ) se a(isla) un tiempo. Entre el paréntesis, encerrado apenas, el sufijo comienza a resonar.
Reverbera ahora la voz (era) en tanto período, momento. Entre paréntesis, además, una extensión temporal se miraría a sí misma. La creación del vocablo y sus resonancias inscriben una condición del lenguaje...