Palomas Blancas Garzas Morenas
ت Nació el 18 de enero de 1867 en ciudad Darío en Nicaragua.
ت Es llamado “príncipe de las letras castellanas”.
ت Aprendió a leer a los 3 años.
ت Colaboro en algunos diarios.
ت Trabajo en la biblioteca nacional de Managua.
ت En el mes de julio de 1888 publico su primer libro azul que seria la clave de su éxito.
ت En San Salvador contrajo matrimonio civil con RafaelaContreras, hija de un famoso orador hondureño el 21 de junio de 1890.
ت En 1890 se publico la segunda edición del libro azul.
ت El 3 de mayo de 1895 murió su madre, Rosa Sarmiento.
ت Fue embajador de Madrid.
ت En 1910, viajó a México para conmemorar el centenario de la independencia del país azteca.
ت El 7 de enero de 1916 falleció y esta sepultado en la catedral de la ciudad de león.
PalomasBlancas y Garzas Morenas
Rubén Darío
Mi prima Inés era rubia como una alemana. Fuimos criados juntos, desde muy niños, en casa de la buena abuelita que nos amaba mucho y nos hacía vernos como hermanos, vigilándonos cuidadosamente, viendo que no riñésemos. ¡Adorable, la viejecita, con sus trajes agrandes flores, y sus cabellos crespos y recogidoscomo una vieja marquesa de Boucher!
Inés era un poco mayor que yo. No obstante, yo aprendí a leer antes que ella; y comprendía -lo recuerdo muy bien- lo que ella recitaba de memoria, maquinalmente, en una pastorela, donde bailaba y cantaba delante del niño Jesús, la hermosa María y el señor San José; todo con el gozo de las sencillas personas mayores de la familia, que reían con risa de miel,alabando el talento de la actrizuela.
Inés crecía. Yo también, pero no tanto como ella. Yo debía entrar a un colegio, en internado terrible y triste, a dedicarme a los áridos estudios del bachillerato, a comer los platos clásicos de los estudiantes, a no ver el mundo -¡mi mundo e mozo!- y mi casa, mi abuela, mi prima, mi gato, -un excelente romano que se restregaba cariñosamente en mis piernas y mellenaba los trajes negros de pelos blancos.
Partí.
Allá en el colegio mi adolescencia se despertó por completo. Mi voz tomó timbres aflautados y roncos; llegué al período ridículo del niño que pasa a joven. Entonces, por un fenómeno especial, en vez de preocuparme de mi profesor de matemáticas, que no logró nunca hacer que yo comprendiese el binomio de Newton, pensé, -todavía vaga ymisteriosamente,- en mi prima Inés.
Luego tuve revelaciones profundas. Supe muchas cosas. Entre ellas, que los besos eran un placer exquisito.
Tiempo.
Leí Pablo y Virginia. Llegó un fin de año escolar, y salí, en vacaciones, rápido como una saeta, camino de mi casa. ¡Libertad!
Mi prima, -pero, ¡Dios santo, en tan poco tiempo!- se había hecho una mujer completa. Yo delante de ella me hallaba comoavergonzado, un tanto serio. Cuando me dirigía la palabra, me ponía sonreírle con una sonrisa simple.
Ya tenía quince años y medio Inés. La cabellera, dorada y luminosa al sol, era un tesoro. Blanca y levemente amapolada, su cara era una creación murillesca, si veía de frente. A veces, contemplando su perfil, pensaba en una soberbia medalla siracusana, en un rostro de princesa. El traje, corto antes, habíadescendido. El seno, firme y esponjado, era un ensueño oculto y supremo; la voz clara y vibrante, las pupilas azules, inefables; la boca llena de fragancia de vida y de color de púrpura. ¡Sana y virginal primavera!
La abuelita me recibió con los brazos abiertos. Inés se negó a abrazarme, me tendió la mano. Después, no me atreví a invitarla a los juegos de antes. Me sentía tímido. ¡Y qué!, elladebía sentir algo de lo que yo. ¡Yo amaba a mi prima!
Inés, los domingos iba con la abuela a misa, muy de mañana.
Mi dormitorio estaba vecino al de ellas. Cuando cantaban los campanarios su sonora llamada matinal, ya estaba yo despierto.
Oía, oreja atenta, el ruido de las ropas. Por la puerta entreabierta veía salir la pareja que hablaba en voz alta. Cerca de mí pasaba el frufrú de las polleras...
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