papaitopiernaslargas
Páginas: 7 (1718 palabras)
Publicado: 22 de octubre de 2013
Leer la mente
En su discurso tras recibir un importante premio literario, un célebre escritor estadounidense confesó que adoraba las novelas porque, a diferencia de casi cualquier otra cosa, no sirven para nada.
No sé si la memoria me engaña —y, como habrá de verse, a fin de cuentas tampoco importa demasiado—. Para el escritor neoyorquino real, o para el que ahora dibujo en mimente (¿o debería decir en mi cerebro?), la ficción literaria, y acaso toda manifestación artística, se distingue por carecer de un fin práctico fuera de lo que suele llamarse, con cierta pedantería, el goce estético: no es ni el primero ni el último en suscribir esta idea. Una tesis de incierto origen romántico que, como trataré de demostrar en estas páginas, es esencialmente falsa.
Sólo en lassociedades que han llegado a ser lo suficientemente prósperas o lo suficiente temen te descreídas, las obras de arte han sido apreciadas como tales: objetos valiosos, susceptibles de ser comprados o vendidos, pero cuyo valor no de pende de su utilidad, sino de la vanidad de sus dueños o la codicia de sus admiradores. Duran te buena parte de la Antigüedad, con excepción quizás de la Atenas dePlatón o la Roma imperial, mientras se prolongaron las esquivas sombras del medioevo e incluso en otros momentos puntuales de la historia, un artista o un artesano jamás hubiesen suscrito una idea semejante: a sus oídos no sólo hubiese soñado herética, sino absurda. Su trabajo resultaba tan práctico, aun si se trataba de una praxis simbólica, como el de un herrero, un talabartero o un sastre. El arteera o bien decorativo o bien religioso, y nadie se hubiese ofendido al reconocerlo.
Sostener esto hoy, en una época en apariencia tan laica como la nuestra —en el fondo más indiferente que escéptica—, resulta casi blasfemo: sólo un artista menor o descarriado, o un provocador, se atreverían a sugerir que su trabajo sirve efectivamente para algo, o para mucho.
Todavía hoy, son mayoría quienespiensan que sus obras —otro concepto rimbombante— son productos absolutamente individuales, resultado de su originalidad y de su genio (es decir, de su arrogancia), sin otro fin práctico que permitirles ganarse la vida al comerciar con ellas.
Se equivocan: en su calidad de herramienta evolutiva, el arte no puede sino perseguir una meta más ambiciosa. ¿Cuál? La obvia: ayudarnos a sobrevivir y, másaún, hacernos auténticamente humanos. (Adviertes en mis palabras cierto menosprecio por el arte. No es tal. Creo, más bien, que quienes sacralizan el arte y lo colocan en un pedestal inalcanzable, producto de la inspiración divina o, en nuestra época, del talento o el copyright, pierden de vista el bosque por contemplar un solo árbol, por magnífico que sea.)
Que el arte exista en todas partes —lasdistintas sociedades humanas han conocido y desarrollado sus distintos géneros de maneras básica mente similares— debería prevenirnos sobre su carácter de adaptación por selección natural.
Una adaptación sorprendente, qué duda cabe, pero a fin de cuentas tan útil como el tallado de hachas de sílice, la organización en clanes o la invención de la escritura. Porque el arte, y en especial el arte dela ficción, nos ayudan a adivinar los comportamientos de los otros y a conocernos a nosotros mismos, lo cual supone una gran ventaja frente a especies menos conscientes de sí mismas.
En contra de la opinión del novelista neoyorquino, resulta difícil pensar que el arte haya surgido de manera casual, como un inesperado subproducto del neo córtex, una errata benéfica o un premio inesperado. Suorigen hemos de per seguirlo, más bien, en el pausado y deslumbrante camino que nos transformó en materia capaz de pensar en la materia, en animales capaces de cuestionarse a sí mismos. El arte no sólo es una prueba de nuestra humanidad: somos humanos gracias al arte.
Otro tanto ocurre con la ficción. Al considerarla una especie de don inapreciable, un toque de genio, los románticos asumían que...
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