Para escribir, solo para escribir...

PARA ESCRIBIR, SOLO PARA ESCRIBIR
Todo comenzó con el vah… Bueno no, quizás fue con Adán y Eva o con los monos, no importa, ese no es el punto, en realidad empezó cuando una sacudida muda turbó elultimo sueño de la noche – nada interesante por lo poco que recuerdo–; no, no era un temblor, tampoco es una metáfora galana, solo eran las vetustas tablas de la mesa de noche agitándose por eldespertador. El trasto sonaba cuando le venía en gana y esa mañana –sin nada especial– se limitó a retorcerse. Encendí lamparita de mesa agrietada, apagué el despertador, apagué la lámpara, esperé unossegundos hasta volver a sumergirme en la penumbra, me levanté despacio y me arrastré hasta la ducha, de nuevo el olor a cortocircuito, vaya día me esperaba, apuré el proceso.
Quince para el baño, quincepara vestirse, quince para comer, quince para el viaje, sesenta minutos entre las cinco y las seis de la mañana, desayuné abnegación de madre y partí ungido por ella.

La hora del obrero, delestudiante, del esclavo de otros hombres y de la vida que tanto cuesta llevar, paso presto de afán y no de energía, tomé el destartalado bus –valga la redundancia–, trastabillé hasta la última fila, caírendido contra la ventana. Vaya bonita noche la que se agotaba.
Todo continuó con el vaho que deja el cigarro, vengativo, cuando se apaga para entrar a un espacio cerrado; pobre hombre el de mi lado,ganarse el rencor del tabaco. La noche agonizando y todos como parcas hambrientas, me sentía una viuda, por suerte el Astro Reyezuelo aún no blandía su puñal.

Envuelto en un tierno manto de brisacrucé el puente, de frente mi jornada, quería gritar:
“Magnífico día, hoy tiene resaca el sol”. Entre tanta ocupación, palabra y un café con cigarro, que la brisa matinal me reclamaba, me gané una acidezdel demonio producto de seis horas sin comer bien, después de comer y reposar un rato solo me quedó el malgenio de aquel dolor.

Dos de la tarde, moribundo por la somnolencia debo cumplir un par...