Paralisis Cerebral

Tras la senda de un mito nacional


Hacia los años cincuenta, Jorge Luis Borges publica algunos ensayos fundamentales, no sólo para reflexionar sobre su propia literatura, ya largamente profusa y consagrada, sino también para llegar a cumplir su mayor ambición: la idea de una literatura sin fronteras. El punto de partida de esta estrategia donde Borges propone algunos modos de abordarel problema de la tradición literaria que recorren todo el siglo veinte, se cristalizaron en dos ensayos. Por un lado, el programático “El escritor argentino y la tradición” (1957), donde Borges considera que la tradición de la literatura argentina, en tanto literatura secundaria y marginal de las grandes corrientes europeas, es toda la cultura occidental. Sus lecturas evidencian, no sin disimulo,recorridos anómalos y subversivos de las lecturas canónicas, donde se congregan de forma conjunta la narrativa de Poe y los versos de José Hernández, la metafísica de Elliot y la actitud crítica de Calixto Oyuela. En lo subterráneo de sus formas, el escritor de “El Aleph” busca reafirmar, de este modo, la posibilidad de un manejo irreverente de las grandes tradiciones. El segundo de estos ensayosfundamentales es “Kafka y sus precursores”(1952), donde Borges no considera al precursor como el antecesor y el signo de la obra que vendrá —esto es, como el que opera, de acuerdo a una noción historicista y cronológica, desde el pasado hacia el futuro— sino todo lo contrario: es la obra futura la que modifica las formas en que se leen las obras del pasado; es cada escritor el que crea a susprecursores: “su labor —dice Borges— modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificar el futuro”. Si la tradición literaria es, entonces, menos un pasado que un destino, menos una rígida determinación que una materia maleable, leer cualquier libro, más aún aquellos que circulan dentro de un saturado mercado de bienes culturales, atravesados por la varia selva de reseñas, comentarios,premios, volantes publicitarios de editoriales y por último, presentaciones como esta, diseñan un modo extraño de pensar, en primer lugar la tradición, y en segundo lugar la herencia que un autor del campo cultural más inmediato prefería reclamar para si mismo.
Pero estos conceptos de “tradición” y de “precursor” que inocentemente (y permítaseme el sarcasmo) desliza Borges no supone un lugarlibre de las beligerancias y reyertas que entran en juego en la pugna por el reconocimiento público de una obra. Ambos, en su particular manifestación, proponen un conjunto de problemas en torno a los que se organizan diversas tradiciones selectivas entre escritores cuyas obras y poéticas guardan entre sí mayores o menores afinidades, establecen tramas de vecindades inesperadas o imprevistas oconstruyen sistemas de correspondencias no causales ni predeterminados. Años más tarde Ricardo Piglia analizando la obra de Borges planteaba: “el modo de leer de un escritor se interesa más en los problemas de construcción que en los problemas de interpretación, un escritor se pregunta cómo está hecho un texto antes que preguntarse por su significado (o, tal vez, se pregunta cómo está hecho un texto parapreguntarse después qué significa)” Esta afirmación de Piglia, que él ha denominado como “lectura interesada” resulta productiva para reflexionar sobre cómo funcionan los libros, pero fundamentalmente cómo se escribe una literatura que está continuamente asediada por la tradición y por los escritores que pueblan esa tradición. De modo que la pregunta para cualquier mortal que desee devenirescritor, y si acá alguno de ustedes tiene alguna intención se animarse a tal empresa (yo he elegido el lugar cómodo del crítico, que no es más que el de un escritor fracasado) les aconsejo que tomen nota: cómo escribir algo original, nuevo, inesperado pero que no intente renegar del pasado, de lo leído y escrito por otros antes. Esto puede ser lo que acaso Cervantes debió padecer al escribir El...