pastores_dabo_vobis

Páginas: 218 (54374 palabras) Publicado: 30 de septiembre de 2015
EXHORTACIÓN APOSTÓLICA
POSTSINODAL

PASTORES DABO VOBIS
DE SU SANTIDAD
JUAN PABLO II
AL EPISCOPADO
AL CLERO Y A LOS FIELES
SOBRE LA FORMACIÓN DE LOS SACERDOTES
EN LA SITUACIÓN ACTUAL

INTRODUCCIÓN
1. “Os daré pastores según mi corazón” (Jer 3, 15).
Con estas palabras del profeta Jeremías Dios promete a su pueblo no dejarlo nunca privado
de pastores que lo congreguen y lo guíen: “Pondré al frentede ellas (o sea, de mis ovejas)
Pastores que las apacienten, y nunca más estarán medrosas ni asustadas” (Jer 23, 4).
La Iglesia, Pueblo de Dios, experimenta siempre el cumplimiento de este anuncio profético
y, con alegría, da continuamente gracias al Señor. Sabe que Jesucristo mismo es el
cumplimiento vivo, supremo y definitivo de la promesa de Dios: “Yo soy el buen Pastor”
(Jn 10, 11). Él, “elgran Pastor de las ovejas” (Heb 13, 20), encomienda a los apóstoles y a
sus sucesores el ministerio de apacentar la grey de Dios (Cf. Jn 21, 15ss.; 1 Pe 5, 2).
Concretamente, sin sacerdotes la Iglesia no podría vivir aquella obediencia fundamental
que se sitúa en el centro mismo de su existencia y de su misión en la historia, esto es, la
obediencia al mandato de Jesús “Id, pues, y haced discípulos atodas las gentes” (Mt 28, 19)
y “Haced esto en conmemoración mía” (Lc 22, 19; Cf. 1 Cor 11, 24), o sea, el mandato de
anunciar el Evangelio y de renovar cada día el sacrificio de su cuerpo entregado y de su
sangre derramada por la vida del mundo.
Sabemos por la fe que la promesa del Señor no puede fallar. Precisamente esta promesa es
la razón y fuerza que infunde alegría a la Iglesia ante elflorecimiento y aumento de las
vocaciones sacerdotales, que hoy se da en algunas partes del mundo; y representa también
el fundamento y estímulo para un acto de fe más grande y de esperanza más viva, ante la
grave escasez de sacerdotes que afecta a otras partes del mundo.
Todos estamos llamados a compartir la confianza en el cumplimiento ininterrumpido de la
promesa de Dios, que los Padres sinodaleshan querido testimoniar de un modo claro y
decidido: “El Sínodo, con plena confianza en la promesa de Cristo, que ha dicho: 'He aquí
que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo' (Mt 28, 20), y consciente
de la acción constante del Espíritu Santo en la Iglesia, cree firmemente que nunca faltarán
del todo los ministros sagrados en la Iglesia... Aunque en algunas regiones hayaescasez de

clero, sin embargo la acción del Padre, que suscita las vocaciones, nunca cesará en la
Iglesia”.1
Como he dicho en la clausura del Sínodo, ante la crisis de las vocaciones sacerdotales, “la
primera respuesta que la Iglesia da, consiste en un acto de confianza total en el Espíritu
Santo. Estamos profundamente convencidos de que esta entrega confiada no será
defraudada, si, por nuestraparte, nos mantenemos fieles a la gracia recibida”.2
2. ¡Permanecer fieles a la gracia recibida! En efecto, el don de Dios no anula la libertad del
hombre, sino que la promueve, la desarrolla y la exige.
Por esto, la confianza total en la incondicional fidelidad de Dios a su promesa va unida en
la Iglesia a la grave responsabilidad de cooperar con la acción de Dios que llama y, a la
vez, contribuir acrear y mantener las condiciones en las cuales la buena semilla, sembrada
por Dios, pueda echar raíces y dar frutos abundantes. La Iglesia no puede dejar jamás de
rogar al dueño de la mies que envíe obreros a su mies (cf. Mt 9, 38) ni de dirigir a las
nuevas generaciones una nítida y valiente propuesta vocacional, ayudándoles a discernir la
verdad de la llamada de Dios para que respondan a ellacon generosidad; ni puede dejar
de dedicar un cuidado especial a la formación de los candidatos al presbiterado.
En realidad, la formación de los futuros sacerdotes, tanto diocesanos como religiosos, y la
atención asidua, llevada a cabo durante toda la vida, con miras a su santificación personal
en el ministerio y mediante la actualización constante de su dedicación pastoral lo
considera la...
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