Patrimonio Y Sociedad

Sobre el necesario vínculo entre el patrimonio y la sociedad

Breves reflexiones en torno al final del milenio


Marcelo Martín

Arquitecto, gestor cultural, asesor en temas de Interpretación del Patrimonio
Correo-e: marcelomartin@supercable.es


Trataremos de ubicar el concepto de patrimonio dentro del más contemporáneo de modernidad, y repensarlo a la luz de los acontecimientos decambio que nos tocan vivir en este final del milenio.

El conjunto de bienes materiales e inmateriales que heredamos merecen investigarse, valorarse y ser conservados como mecanismo a la vez realista y simbólico de la defensa de nuestra identidad, y como explicitación del concepto de permanencia que el hombre necesita para trascender y encontrar así la clave de su sentido de la vida.

Lamodernidad no es propiamente una alternativa cultural frente a otras que pudieran darse en el pasado, sino una forma de organización social necesitada de su total universalización o, mejor dicho, mundialización.

Las culturas particulares no tienen derecho, en esta lógica de la modernización, a permanecer ancladas en sus propias tradiciones. Este es un lujo que contradice la vida cotidiana de lamodernidad, que se define a si misma en función de su universalidad.

Tensando el hilo de estas reflexiones, todo aquel patrimonio no universal, toda manifestación particularista de una cultura pasaría a convertirse en folklore, último plano permitido por la modernidad que, asociado al turismo, se ha convertido en una industria rentable de las economías desarrolladas. Visto así, el folklore no es másque una mascarada de particularismo y de identidad cultural. Se trata de una identidad trivializada.

El universalismo de la modernidad sustituye toda definición cultural de los valores por una definición funcional.

A poco que observamos los cambios de hoy afirmamos con el filósofo Leszek Kolakowski que muchas predicciones construidas racionalmente en el siglo XIX, están más equivocadas quelas llamadas ilusiones que intentaban disipar. Tanto los liberales seculares como los socialistas esperaban que las pasiones nacionales, o tribales, desaparecieran gradualmente y que los medios de comunicación mejorados y una más correcta comprensión científica del universo ocupara su lugar. Pero resultó no ser así.

La necesidad de pertenecer a un grupo es más fuerte que nunca. Los conflictosnacionalistas, al contrario de desaparecer, parecen acrecentarse.

Una parte del mundo, especialmente en el desarrollado, se enfrenta a una forma de organización social que necesita universalizarse, pero cuya medida de universalización es el sometimiento de todos los particularismos culturales a la funcionalidad de las estructuras de intercambio.

Otra parte, menos desarrollada, quierebeneficiarse de la expansión moderna, pero no parece estar dispuesta a sacrificar su propia identidad particular. Un conjunto de culturas particulares, muchas de ellas internas al propio mundo desarrollado, ven el modelo actual de desarrollo como una amenaza a su propia sobrevivencia cultural, a pesar de que están dispuestas a asumir la racionalidad técnica de la producción mercantil.

El desempleo y sussecuelas, y la concentración en pocas empresas del excedente del incremento económico es lo contrario a lo que preconizaban los agentes modernizadores. El problema radica justamente en creer que el desafío de la modernización se resuelve en el plano de la modelística y, más aún, en la universalidad de los modelos.

No quisiéramos que se confundan los particularismos culturales con elnacionalismo. Schlegel sostenía que el amor al espíritu nacional deviene en necesidad de reintegrar todos los ordenamientos en los cuales aquel espíritu se ha realizado en su historia. Así se produce la sustracción de valores culturales particulares en aras de una supuesta identificación pueblo-Estado, de lo cual tiene sobradas pruebas la cultura andaluza.

Coincidimos con el ensayista argentino Juan...