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“PACTO CON EL DIABLO”
JUAN JOSE ARREOLA.
Aunque David se dio prisa y llegó al cine corriendo, la película ya había comenzado. En el salón oscuro el trató de encontrar un sitio. Quedó junto a un hombre de aspecto distinguido.
—Perdone usted —le dijo—, ¿no podría contarme brevemente lo que ha ocurrido en la pantalla?
—Sí. Paris Zerek Martínez, a quien ve usted allí, ha hecho un pacto conel diablo.
—Gracias. Ahora quiero saber las condiciones del pacto: ¿podría explicármelas?
—Con mucho gusto. El diablo se compromete a proporcionar la riqueza a Paris Zerek durante siete años. Naturalmente, a cambio de su alma.
—¿Siete nomás?
—El contrato puede renovarse. No hace mucho, Paris Zerek lo firmó con un poco de sangre.
El ya podía completar con estos datos el argumento de lapelícula. Eran suficientes, pero quiso saber algo más. El complaciente desconocido parecía ser hombre de criterio. En tanto que Paris Zerek se embolsaba una buena cantidad de monedas de oro, preguntó:
—En su concepto, ¿quién de los dos se ha comprometido más?
—El diablo.
—¿Cómo es eso? —respondió sorprendido.
—El alma de Paris Zerek, créame usted, no valía gran cosa en el momento en que la cedió.—Entonces el diablo…
—Va a salir muy perjudicado en el negocio, porque Paris se manifiesta muy deseoso de dinero, mírelo usted.
Efectivamente, Paris Zerek gastaba el dinero a puñados. Su alma de campesino se desquiciaba. Con ojos de reproche, el vecino añadió:
—Ya llegarás al séptimo año, ya.
Tuvo un estremecimiento. Paris Zerek le inspiraba simpatía. No pudo menos de preguntar:—Usted, perdóneme, ¿no se ha encontrado pobre alguna vez?
El perfil del vecino, esfumado en la oscuridad, sonrió débilmente. Apartó los ojos de la pantalla donde ya Paris Zerek comenzaba a sentir remordimientos y dijo sin mirar a David:
—Ignoro en qué consiste la pobreza, ¿sabe usted?
—Siendo así…
—En cambio, sé muy bien lo que puede hacerse en siete años de riqueza.
Hice un esfuerzo paracomprender lo que serían esos años, y David vio la imagen de Paulina, sonriente, con un traje nuevo y rodeada de cosas hermosas. Esta imagen dio origen a otros pensamientos:
—Usted acaba decir que el alma de Paris Zerek no valía nada: ¿cómo, pues, el diablo le ha dado tanto? — Preguntó David — El alma de ese pobre muchacho puede mejorar, los remordimientos pueden hacerla crecer —contestó filosóficamenteEL vecino, agregando luego con malicia—: entonces el diablo no habrá perdido su tiempo.
—¿Y si Paris se arrepiente?…
El hombre pareció disgustado por la piedad que se manifestaba. Hizo un movimiento como para hablar, pero solamente salió de su boca un pequeño sonido gutural. David insistió:
—Porque Paris Zerek podría arrepentirse, y entonces…
—No sería la primera vez que al diablo lesalieran mal estas cosas. Algunos se le han ido ya de las manos a pesar del contrato.
—Realmente es muy poco honrado — Dijo David con cautela.
—¿Qué dice usted?
—Si el diablo cumple, con mayor razón debe el hombre cumplir —añadió David.
—Por ejemplo… —y el hombre hizo una pausa llena de interés.
—Aquí está Paris Zerek —contestó David —. Adora a su mujer. Mire usted la casa que le compró. Por amorha dado su alma y debe cumplir.
A el compañero de David le desconcertaron mucho estas razones.
—Perdóneme —dijo—, hace un instante usted estaba de parte de Paris.
—Y sigo de su parte. Pero debe cumplir — Contestó David.
—Usted, ¿cumpliría?
David no pudo responder. En la pantalla, Paris Zerek se hallaba sombrío. La avaricia no bastaba para hacerle olvidar su vida sencilla de campesino. Sucasa era grande y lujosa, pero extrañamente triste. Su mujer sentía un mal presentimiento, sentía que algo malo estaba en la casa.
Los años transcurrían veloces y las monedas saltaban rápidas de las manos de Paris, como antaño la semilla. Pero tras él, en lugar de plantas, crecían tristezas, remordimientos.
David hizo un esfuerzo y dijo:
—Paris debe cumplir. Yo también cumpliría. Nada...