Que la Pedagogía sea una actividad profesional joven es un hecho vastamente conocido. Pero que ella empiece a mostrarse lo suficientemente adulta como para reconocer sus defectosy enfrentar una crisis de renovación, parece ser una idea no fácil de digerir en el ámbito de las ciencias sociales. Sin embargo, eso es exactamente lo que está ocurriendo. LaPedagogía, en nuestro país, está viviendo una fuerte discusión que abarca desde su campo de acción, pasando por sus prácticas y métodos, hasta llegar a los pilares que la sustentanteóricamente. No es, por cierto, un simple capricho de intelectuales, es ante todo la necesidad de contar con una Nueva Pedagogía que responda de mejor modo a los desafíossocioeducacionales del presente. De este modo, en este contexto de crisis de renovación, el esfuerzo de análisis realizado ha dejado a la vista un conjunto importante de tensiones que laPedagogía debe reconocer y enfrentar
o intraescuela versus lo extraescuela (en cuanto al campo de acción del Pedagogo)2; La enfermedad versus la salud (en cuanto a la concepción delsujeto con dificultades de aprendizaje); El síntoma versus la causa (en cuanto a la forma de diagnosticar y tratar la dificultad de aprendizaje); Lo individual versus locomunitario (en cuanto al modo de actuación y de comprensión de la realidad); El continuismo versus el cambio (en cuanto a su postura frente a los hechos sociales); La neutralidad valóricaversus la opción valórica (en cuanto a la consideración de referentes valóricos que orienten la praxis pedagógica); Lo elítico versus lo popular (en cuanto al sector social que seve preferentemente beneficiado con la labor del Pedagogo); Lo cuantitativo versus lo cualitativo (en cuanto a la opción epistemológica usada para abordar el hecho pedagógico);
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