pedagogia
Hay momentos mágicos, de gran fatiga física e intensa excitación motriz, en los que tenemosvisiones de personas que hemos conocido en el pasado («en me retraçant ces détails, j’en suis à me demander s’ils sont réels, ou bien si je les ai rêvés»). Como supe más tarde al leer el bello libritodel Abbé de Bucquoy, también podemos tener visiones de libros aún no escritos.
Si nada nuevo hubiese sucedido, todavía seguiría preguntándome por el origen de la historia de Adso de Melk; pero en1970, en Buenos Aires, curioseando en las mesas de una pequeña librería de viejo de Corrientes, cerca del más famoso Patio del Tango de esa gran arteria, tropecé con la versión castellana de un librito deMilo Temesvar, Del uso de los espejos en el juego del ajedrez, que ya había tenido ocasión de citar (de segunda mano) en mi Apocalípticos e integrados, al referirme a otra obra suya posterior, Losvendedores de Apocalipsis. Se trataba de la traducción del original, hoy perdido, en lengua georgiana (Tiflis 1934); allí encontré, con gran sorpresa, abundantes citas del manuscrito de Adso; sinembargo, la fuente no era Vallet ni Mabillon, sino el padre Athanasius Kircher (pero, ¿cuál de sus obras?). Más tarde, un erudito –que no considero oportuno nombrar– me aseguró (y era capaz de citar los...
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