Pedro Azabache, Pintor Indigenista
LA SOLEDAD Y LOS COLORES DEL SOL
Por: Carlos Cerna Bazán
Cómo podía imaginar el joven Pedro Azabache que, luego de siete largos días de sinuoso y escarpado viaje, resbalaría eiría a posar su flamante pantalón sobre el encerado piso de la Escuela de Bellas Artes de Lima la mañana en que debía rendir su examen para ser admitido en la crema de lo más selecto de los colores y lasfiguras del Perú del año 1937.
La larga travesía de Moche, milenario y verde valle cerca a Trujillo, no podía haber sido más tortuosa. Sin embargo el arco iris en su rostro de tanta vergüenza ledejaría huella indeleble.
Rodar por el piso y levantarse. Vivir el intenso color del primer plano: los rostros solidarios, pero risueños, de dos de sus futuros e inmortales maestros. José Sabogal y JuliaCodesido, máximos exponentes de indigenismo en el Perú, cuyas huellas perduran influyentes hasta hoy.
Qué más podría pedir el provinciano que por primera vez llegaba a la moderna Lima de entonces.Entonces, las huellas que lo regresaron a Moche. Pedro Azabache sigue paseando sus pasos muy cerca a las milenarias Huacas del Sol y la Luna. Paisaje y sentimiento de una larga, muy larga vida.Entonces la soledad de siempre. La mujer-compañera que no fue. Entradas a solas a la iglesia. Es que la pasión del color y sus sentimientos exigen fidelidad absoluta. Solo soledad sola. Pedro pregunta a lanoche. Un nudo atraganta la vida. ¿Vale tanto color el sacrificio?, dice. Un torrente de colores e imágenes le responden. Es la vida, su vida.
Al rayar el alba, rodeado de árboles, acequias, cerrosy por el bullicio de pájaros y bueyes, el pintor plasma sus colores preferidos: rojos y amarillos, los calientes, como el alma de sus ancestros que perduran en las policromías de las huacas cercanas.El alto techo de su inmenso taller, con olor a hierba y musgo, cobija recuerdos e imágenes. Amores inolvidables. Es cuando vuelve su lucha contra la soledad. El genial mochero, con rabia infinita...
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