pedro paramo

Páginas: 5 (1125 palabras) Publicado: 24 de octubre de 2013
2. Un lío gordo

El aire húmedo y primaveral, la plaza repleta de niños, hombres,
mujeres y ancianos tomando sol, todo parecía tan divertido ese
domingo que a Mayte le daban ganas de correr y seguir corriendo
alrededor de los prados aunque el pasto se viera tan triste y amarillo.

Su madre le había dicho que era por la sequía. Hacía como un millón
de años que no llovía. Bueno,quizá no un millón, pero sí hacía
varios meses y ahora la plaza, que tendría que estar verde, se había
puesto amarilla.

Los árboles, que parecían agarrar con fuerza las pocas hojas que
todavía les quedaban, sacudían muy lentamente sus brazos largos y
torcidos como torpes y viejas bailarinas de ballet.

Pero también estaba el sol, un globo de fuego flotando en el espacio,
y eso era tanagradable, aunque su madre siempre le advertía:

—No tomes mucho sol.

Y después le explicaba que había un agujero allá arriba en la capa de
ozono y que los rayos ultravioletas del sol se metían por el agujero y
podían ser muy malos para la piel.

Mayte no entendía. El sol siempre había sido un gran amigo, salvo
cuando le dajaba la piel demasiado roja y ardiendo.

¿Acaso el solhabía cambiado?

Todo eso pensaba Mayte mientras corría. Pero no corría para
cualquier parte, sino directamente hacia una gran confusión de voces
y piernas.

Allá, en la callecita al costado de la plaza, los varones jugaban futbol.

—¡Hola!


Javier corría cerca de la acera y trataba de eludir a un gordo alto.
Salvador, parado cerca de la meta lo alentaba y le pedía el pase.—Pásala, pásala —repetía, pero Javier nada. Esquivaba al Gordo una
vez y otra. Pisaba la pelota, frenaba, amagaba seguir, volvía para
atrás y vuelta a empezar.

Hasta que el Gordo se enojó.

La patada, fuerte y justo al tobillo derecho, dejó a Javier sentado
sobre la vereda. Un montón de malas palabras salieron de su boca
como si fueran pájaros enojados.

—¿Puedo jugar? —preguntabaMayte a uno y a otro metiéndose en
medio del gran lío que estaba a punto de comenzar ahí.

—¡Te voy a reventar, gordo panzón! —gritó Javier, muy enojado.

El Gordo, que había seguido corriendo con la pelota, frenó de pronto
y lo miró.

Como si fuera un toro o un rinoceronte a punto de cargar contra un
pobrecito cazador, el Gordo empezó a caminar, un paso, dos, tres.

—¿Puedojugar? —repetía Mayte pero nadie escuchaba. Todos
miraban la escena que les recordaba una película de vaqueros, de esas
en las que el héroe está herido en el piso y el malvado enemigo
avanza hacia él y avanza y avanza y no para de avanzar.

—¿A quién le dices panzón, flacucho?

El Gordo había llegado. Todos estaban seguros de la bronca que se
iba a armar.

Javier, actuando igual queel héroe, se levantó lentamente, puso cara
de valiente, miró a su enemigo directo a los ojos, y salió corriendo.
Decididamente no había actuado como un héroe, pero mientras el
enemigo y sus amigos se reían y le gritaban cosas a Javier, Mayte
continuaba preguntando a uno y a otro.


Graphics
—Ahora les falta uno. ¿Puedo jugar?

Salvador la miró. Mayte podía ser muy insistente si selo proponía.

—Si todos están de acuerdo...

—¡Un momento! —dijo el Gordo Enemigo—. Ella no puede jugar.

—¿Ah, sí? ¿Y por qué no?

—Cómo que por qué, es una niña —dijo el Gordo y sus amigos
movieron sus cabezas arriba-abajo, arriba-bajo lo que significaba que
estaban de acuerdo.

Siempre la misma historia. Mayte estaba realmente enojada.



—Salva dice que puedo y, además,yo juego mucho mejor que tú —
protestó Mayte.

El Gordo puso cara de superioridad y la miró. Ella era más baja que
él y, claro, era una niña, no había razón para preocuparse.

—El futbol es cosa de hombres, nena.

—A mí no me digas nena ¡gordo panzón!

Las palabras de Mayte no habrían causado muchos problemas
porque el Gordo sabía que los hombres no deben pegarle a las...
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